Son esas personas que te abrazan y recomponen tus partes rotas. Con las que has recorrido la vida. Las que te han enseñado por las buenas. Las que te han mostrado el mundo como un lugar maravilloso en el que vivir. Pero, sobre todo, las buenas personas son por las que cada día coleccionas motivos por los que merece la pena esforzarse y ser feliz.
Las buenas personas no son prepotentes ni paternales sino que, al contrario, son personas pacientes. Porque la paciencia es la virtud que enmarca la capacidad de dar libertad y margen de error a las personas que tenemos delante.
El arte de la bondad es un bien escaso, pero quizás más común de lo que creemos. No todos somos buenos y malos en nuestra totalidad, pues en nuestro interior damos cabida a todo. Además, esto generalmente depende del cristal desde el que se mire.
Sin embargo, hay ocasiones en las que nos tropezamos con personas que no están corrompidas por la sociedad y sus intereses, y que son incapaces de hacer daño a una mosca. Puedes reconocerlas fácilmente, pues desde que las conociste eres mejor persona, te han fortalecido y han enriquecido tu interior.
La bondad auténtica es tener el valor de salir en defensa de lo que está bien
Las buenas personas tienen un sentido justicia y del bien que es especial. Sus palabras siempre son esperanzadoras y, si tienen que elegir, te darán una lección de vida.
Son personas íntegras que van más a allá de las obligaciones morales y siempre tienden su mano para ayudar. Hacen lo correcto aunque nadie esté mirando y eso es lo que las hace valiosas.
“Ninguna buena acción, por pequeña que sea, será una pérdida”
-Esopo-
Ser buena persona es una de las mayores cualidades que podemos alcanzar. En algunas personas es innato y solo unos pocos afortunados tienen la dicha de ser sensibles al sufrimiento ajeno y a la capacidad de ayudar. Lo positivo de esto es que todos podemos ser personas buenas e íntegras.
Es esa sensibilidad especial las que hace a estas personas inolvidables e incomparables. Además hay veces que la bondad se mezcla con la amabilidad, convirtiendo así a la persona en excepcional.
El objetivo de la Inteligencia Emocional es la bondad.
Por eso, más que intentar ser diferente, intenta ser bueno, puesto que siendo bueno serás diferente. Lo que cuenta de verdad es el resultado final. Lo que importa no es la intención sino la acción.
La vida de cada persona afecta a miles de seres en el mundo y, lo que hacemos por otra persona, nos afecta directamente a nosotros. Por lo que es importante aprovechar este efecto multiplicador.
“Alivia el sufrimiento de una persona por la mañana,
y dale alegría a una persona por la tarde.”
La mejor forma de compensar a una buena persona es a través de la gratitud. Estas personas son conscientes de que, de una u otra forma, lo que le das a la vida es lo que la vida te devuelve.
Nos duele especialmente que la vida les haga daño, pues en nuestro ideal de mundo justo no concebimos que esto tenga que pasar. Sin embargo, hay una gran parte de buenas personas que lo son precisamente a raíz de estos golpes.
La gente buena es sabia porque, de forma consciente o inconsciente, entiende de lo que se trata: lo que hacemos por los demás lo hacemos por nosotros mismos.
Las personas más bonitas que conozco son las que se han enfrentado a la vida, a su dureza y a su injusticia. Son las que se han sentido vulnerables y sin esperanza, las que han sufrido en su piel verdaderos desgarros y problemas.
La gente bella no es necesariamente la más linda por fuera pero disfrutan de una belleza especial. Son personas bonitas las que han sabido perdonar, seguir hacia adelante y tender una mano aunque les acompañase la derrota, descubriendo así la grandeza de su ser.
Gracias a todas esas personas bonitas que nos dan tanto sin esperar nada a cambio.
Vuestro valor es incalculable.
lamenteesmaravillosa
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