martes, 30 de enero de 2018

Tinta desoxirribonucleica: los nuevos tatuajes por amor

Posted By: CLAUDIA CORIN - enero 30, 2018

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Todo comenzó con una pierna flotante. O, más bien, la idea surgió al ver la pierna tatuada de una mujer que nadaba en el agua en Cayo Largo, Florida.

Patrick Duffy, quien junto a su padre dirigía un programa de buceo terapéutico para veteranos del Ejército, se inspiró en ese tatuaje que era un homenaje para el esposo de la mujer, un militar estadounidense que falleció en combate.

“En ese momento pensé: ‘No sería genial convertir ese tatuaje en un relicario?’”, dijo Duffy. “ Poner un pedacito de algo que le importara, incluso una parte de su esposo, en el tatuaje?”.

Luego de trabajar durante cuatro años junto con un grupo de colegas dedicados y patentar casi una decena de inventos, Duffy ha convertido en realidad esa idea con Everence, un producto que él y sus socios esperan que profundice los lazos —de la forma más literal y física— entre familiares, amigos y seres amados.

Hasta el momento, es la intimidad biológica más duradera. Everence es una sustancia en polvo sintetizada a partir de una muestra de ADN, algo tan simple como unas cuantas miles de células del frotis de la mejilla interna de una persona o de cenizas resultantes de una cremación. Se puede llevar un pequeño frasco de Everence a un tatuador para añadirlo a cualquier tipo de tinta.

El resultado es un tatuaje impregnado con el ADN de otro ser humano… o, si lo prefieres, un perro, un gato o algún otro amigo peludo.

Al hacerlo, Duffy y Endeavor Life Sciences, su empresa, se unen a las filas de una lista de biohackers, artistas y tecnólogos que están incursionando en el mundo del tatuaje biogenético. Desde hace varios años, muchos han mezclado cenizas, cabello u otros materiales con tintas para incluir elementos orgánicos en los tatuajes.

Sin embargo, esa práctica ya era conocida con un sobrenombre oscuro: “tinta mórbida”. Hasta ahora, había sido una especie de gesto simbólico, ya que el material orgánico agregado a las tintas es absorbido por el cuerpo de la persona tatuada.

Algunos critican la práctica por considerarla parte de un creciente movimiento de biohackeo. A menudo, los científicos desprecian a los biohackers por su enfoque más relajado, o más aventurero, hacia cuestiones éticas de la medicina.

Everence ha adoptado una aproximación distinta. Le piden a los clientes que envíen por correo sus muestras de ADN al laboratorio de Endeavor en Quonset, Rhode Island, donde el material se pulveriza, esteriliza y guarda en cápsulas microscópicas de polimetilmetacrilato —conocido como plexiglás—, que con frecuencia tiene usos médicos como en dentaduras postizas, cemento óseo y cirugía cosmética.

Gracias a su pequeño recubrimiento, en lugar de que el ADN desaparezca en el cuerpo, queda capturado de manera permanente en la tinta del tatuaje. Duffy y sus socios creen que esto crea un vínculo más palpable y duradero.

Sin conocimientos sobre tatuajes o ingeniería biomédica, Duffy se pasó los últimos cuatro años buscando a expertos de ambos campos. Finalmente, encontró asesores como Bruce Klitzman, profesor adjunto de Cirugía en la Universidad Duke, quien respalda la práctica y dice que es tan segura como las tintas tradicionales para tatuar.

Duffy y Edith Mathiowitz, profesora del Centro de Ingeniería Biomédica de la Universidad Brown, han patentado la tecnología. El trabajo de Mathiowitz se ha enfocado en las aplicaciones que los polímeros como el plexiglás pueden tener en el cuerpo humano y ya había trabajado antes en proyectos de tinta removible para tatuajes.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) considera a las tintas para tatuar como cosméticos, una designación que Everence también adoptará. Históricamente, la agencia no las ha regulado, aunque sigue advirtiendo a los consumidores sobre los riesgos inherentes al tatuaje, incluyendo infecciones, reacciones alérgicas y desarrollo de granulomas debido a la presencia de partículas ajenas en el cuerpo.

Duffy encontró otra socia en Virginia Elwood, una tatuadora de 37 años y originaria de Brooklyn, a quien le encantó la idea casi en cuanto Duffy se la explicó por correo electrónico. Que se encontraran fue un golpe de suerte: el correo de Duffy había sido enviado a la carpeta de correo no deseado, pero ella lo abrió porque pensó que lo escribía el actor que hacía el papel del padre en la serie de televisión de la década de los noventa.

Elwood, Duffy y su socio Boyd Renner también lograron contar con el apoyo de decenas de tatuadores, como Scott Sylvia, Valerie Vargas y Mike Rubendall, quienes promocionarán Everence entre sus cuantiosos seguidores. Conseguir la participación de esos nombres famosos del mundo del tatuaje no fue una hazaña fácil, considerando lo delicado del tema.

No será tan fácil ni barato como escoger un diseño de tatuaje en una loca noche de copas. Everence costará 650 dólares, lo que incluye el kit, el proceso de elaboración del polvo y el envío al cliente unos meses después. Ese es, por ahora, el precio de un producto permanente que se convertirá en parte del cliente por el resto de su vida (en un principio, Everence tomará solo una cantidad limitada de órdenes para medir la demanda y la empresa ofrecerá planes de pago para quienes no puedan desembolsarlo de una sola vez).

Las posibilidades podrían ir más allá de los tatuajes. Duffy ve un futuro en el que las pinturas, los textiles u otros artículos contengan Everence. Para él, el punto es continuar con la idea que le surgió al ver una pierna tatuada hace algunos años.

New York Times

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