La Patagonia amalgama historias de valientes y de cobardes, belleza natural y pobreza inexplicable, leyenda de pioneros y también el fusilamiento de 1500 peones llevado adelante por el ejército argentino y que el magnífico Osvaldo Bayer relató en los cuatro tomos de “La Patagonia rebelde”.
La obra es aún hoy el trabajo mas exhaustivo sobre lo ocurrido en las huelgas obreras de 1920 y 1921 y que en las escuelas de Santa Cruz no se enseña oficialmente.
Las cinco prostitutas o pupilas del prostíbulo “La Catalana” de Puerto San Julián que se negaron a tener sexo con los soldados-fusiladores de obreros y realizaron su propia “huelga”.
La obra es aún hoy el trabajo mas exhaustivo sobre lo ocurrido en las huelgas obreras de 1920 y 1921 y que en las escuelas de Santa Cruz no se enseña oficialmente.
Las cinco prostitutas o pupilas del prostíbulo “La Catalana” de Puerto San Julián que se negaron a tener sexo con los soldados-fusiladores de obreros y realizaron su propia “huelga”.
El hecho que refiere Bayer en el Capítulo XV del tomo II de “La Patagonia rebelde” ocurrió el 17 de febrero de 1922 y tuvo como protagonistas a cinco mujeres prostitutas o pupilas de cabaret que ofrecían sus virtudes en “La Catalana” de Puerto San Julián. El mensaje de las mujeres, algunas argentinas otras extranjeras fue claro: no se acostaban con asesinos y fusiladores, y fueron ellas las que sacaron corriendo a los soldaditos que hacían fila para evacuar sus calores.
Los soldados fueron quienes bajo el mando del temido teniente Varela fusilaron sin piedad a los obreros revelados que habían logrado detener la actividad de los estancieros de Santa Cruz. Según relata Bayer, como modo de premiar a sus hombres después de la matanza, Varela decide regalarles la visita de los prostíbulos, antes que tomaran el barco que los devolvería a la lejana Buenos Aires. Para ese entonces, San Julián, recién se fundaba y era apenas un caserío.
Según cuenta Bayer, no se dejó detalle librado al azar. Los jefes avisaron a las dueñas de los prostíbulos que prepararan a las “pupilas” para recibir a los soldados que empezarían a llegar por tandas. En el caso de San Julián la anoticiada fue Paulina Rovira, la dueña de la “casa de tolerancia” La Catalana. Aún hoy en Santa Cruz, se nombra con ese eufemismo de “casa de tolernacia” a los lugares donde con la vista gorda de las autoridades se ejerce la prostitución. Si bien hoy está clausurado el barrio de prostíbulos de Río Gallegos, durante décadas se lo llamó: “Las Casitas”.
Volviendo a 1922, las cosas no fueron sencillas para los soldados que estaban haciendo fila frente a “La Catalana”. La espera se hacía larga y doña Paulina Rovira les avisó a los suboficiales, que las mujeres se negaban a atender a los soldados. Se habían rebelado.
Cuenta Bayer “el suboficial y los conscriptos lo toman como un insulto, una agachada para con los uniformes de la Patria. Ademas, la verdad es que andan alzados. Conversan entre ellos y se animan.Todos, en patota, tratan de meterse en el lupanar. Pero ahí salen las cinco pupilas, con escobas y palos, y los enfrentan al grito de ‘asesinos’, ‘porquerías’, ‘cabrones mal nacidos’. Y- según el posterior protocolo policial- “también otros insultos propios obscenos propios de las mujerzuelas”.
Las bravas mujeres no quisieron ganarse la vida con hombres a quienes ellas les habían perdido el respeto. Los soldados perdieron todo deseo en hacer algo, quedando helados cuando fueron llamados “asesinos”.
Interviene la policía porque en definitiva, era el nombre de la patria el que estaba en juego. Las cinco prostitutas terminan en la comisaría del pueblo. La meticulosa investigación de Bayer determina que la detención no pasó a mayores, porque en definitiva, sólo se trataba de la opinión de cinco mujeres de la noche. Pero lo que más conmueve es que estas mujeres, sin futuro, fueron las únicas que fueron capaces de gritar la palabra “asesinos” a quienes llevaron adelante la matanza mas grande de obreros del país del siglo XIX.
Bayer detalla a partir de los archivos de la comisaría de San Julián de esos tiempos que las mujeres eran según su filiación policial: Consuelo Garcia, argentina, 29 años, soltera, profesión: pupila del prostíbulo La Catalana; Angela Fortunato, argentina 31 años, argentina, casada, modista, profesión: pupila del prostíbulo; Amalia Rodríguez, 26 años, argentina, soltera, pupila del prostíbulo; María Juliache, 28 años, española, soltera, 7 años de residencia en el país, profesión: pupila del prostíbulo y Maud Foster, 31 años, inglesa, con 10 años de residencia en el país, de buena familia, pupila del prostíbulo.
Quizás, los que no tienen nada que perder, son quienes más se aferran a lo único que les queda.
Efemérides históricas
Efemérides históricas
0 comentarios:
Publicar un comentario