Los dragones están por todas partes en el arte y la literatura cristianas, en especial en las vidas de los santos y santas que aparecen retratados victoriosos contra estas criaturas inherentemente malignas.
Los lectores modernos entienden que los dragones mencionados son símbolos del mal, como el dragón del libro del Apocalipsis. Sin embargo, algunos historiadores creen que estas historias podrían haberse visto influidas por el descubrimiento de fósiles de dinosaurios o cuentos de criaturas como el cocodrilo. Este parece ser el caso del libro de Job, donde una bestia parecida a un cocodrilo es descrita con detalle.
Y a Leviatán, ¿podrás pescarlo con un anzuelo y sujetar su lengua con una cuerda? ¿Le meterás un junco en las narices o perforarás con un garfio sus mandíbulas? (…) No dejaré de mencionar sus miembros, hablaré de su fuerza incomparable. ¿Quién rasgó el exterior de su manto o atravesó su doble coraza? ¿Quién forzó las puertas de sus fauces? ¡En torno de sus colmillos reina el terror! Su dorso es una hilera de escudos, trabados por un sello de piedra. Se aprietan unos contra otros, ni una brisa pasa en medio de ellos. Están adheridos entre sí, forman un bloque y no se separan. Su estornudo arroja rayos de luz, sus ojos brillan como los destellos de la aurora. (Job 40,25-26; 41,4-10)
Considerando que muchas de estas historias de dragones tuvieron su origen en Oriente Medio y el norte de África (y que los cocodrilos pueden crecer hasta 5 metros), quizás es posible que algunos de estos santos matara realmente a un “dragón” que amenazara a los aldeanos. Con frecuencia, estas antiguas historias mencionan dragones que vivían cerca de un río u otro cuerpo de agua y ofrecen diferentes pruebas de que el dragón bien podría haber sido un cocodrilo.
Fuera cual fuese el caso, los dragones de estas historias siguen siendo un poderoso símbolo del mal y son recordatorios de cómo Jesucristo derrotó a Satán y cómo todos los cristianos podemos participar de esa victoria definitiva del bien sobre el mal.
San Felipe el Apóstol (c. 80)
No se suele contar entre los matadragones, pero san Felipe aparece en una historia de los apócrifos Hechos de Felipe camino del templo dedicado a Apolo en Hierápolis y expulsando allí a un dragón. ¿Y sabes, Señor, que por ti vine a esta ciudad y en tu nombre he perseguido todo el error de los ídolos y todos los demonios? Los dragones y las serpientes se han debilitado.
San Jorge (256-303)
Jorge fue un militar romano del siglo III y la historia de su lucha contra un dragón es muy célebre. Se describe en La leyenda dorada. San Jorge es natural de la tierra de Capadocia, y fue tributo de caballeros, y llegó una vez a la ciudad de Silena que es en tierra de Libia. Estaba muy cerca de la ciudad un gran estaco que parecía mar, y estaba en él un dragón pestilencial. Este dragón llegaba algunas veces al muro de la ciudad y encornaba con su resolló a los moradores de ella, y muchas veces salió el pueblo armado contra él y tornaban huyendo de él. Para calmar la furia de este monstruo, los aldeanos le alimentaban con dos ovejas al día (…). Sin embargo, Jorge, montado en su caballo y armándose con la señal de la cruz, se lanzó con valentía contra el dragón que se le aproximaba y, encomendándose a Dios, blandió su lanza, asestó a la bestia una herida severa y lo redujo en el suelo.
San Teodoro de Amasea (c. 306)
Como san Jorge, Teodoro fue un militar romano del siglo III. Estuvo estacionado cerca de la aldea de Euchaita, en Pontus, donde fue alertado de un dragón que acechaba en el bosque. Armándose con la señal de la cruz, Teodoro se adentró valientemente en el bosque y hundió su lanza en el dragón. Fortalecido por su victoria, Teodoro regresó al campamento militar y proclamó ante todos que él era cristiano. Luego destruyó un templo pagano y, por aquello, fue martirizado.
San Miguel el Arcángel
La historia de Miguel, el primer matadragones, y su batalla angelical se narra en el libro del Apocalipsis. Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo. Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles. (Apocalipsis 12,7-9)
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