Dentro del
universo de los varietales, encontré uno de mis preferidos. Y es así que a la
hora de escoger por el sólo placer de hacerlo, la uva Syrah se lleva mi
predilección. Su acidez y astringencia son, a mi criterio, muy valiosas para el
paladar.
Hoy pruebo un
Eduardo Félix Syrah 2013 de la bodega mendocina Llaver.
Aunque la botella
especifica crianza en roble, no sabemos cuánto tiempo pasó en contacto con el
noble material, sí que es de origen francés.
Por el año de
cosecha, observar el estado del corcho se hace necesario para evitar sorpresas
desagradables que en este caso fueron sorteadas por la calidad del tapón empleado.
Servido en copa
presenta a la vista muy buenos colores con
tonos rojos
ciruela con reflejos violáceos marcados y fuertes que llegan a teñir el cristal.
Piernas finas y de lento recorrido muestran restos resinosos del paso
por la barrica. Al acercar la copa a
la nariz, aromas de dulces violetas emergen junto a berrys, tabaco y vainilla.
Llega el momento de inclinar mi copa y probar. En boca entrega muy buena
acidez y los sabores de los aromas antes descriptos se corresponden con gran
nitidez, a los que se suman trufas, cuero, regaliz y grafito. Es complejo y de
gran carnosidad con notas clavo de olor, cacao y un suave roble.
Es un vino muy equilibrado y redondo. Levemente aterciopelado y bastante
untuoso. Un exponente de gran fidelidad a su varietal.
La Bodega que el Dr. Eduardo Félix Llaver
comenzara en 1964 está ubicada en este de la Provincia de Mendoza y 30 años
después emprendió el desafío de elaborar vinos de alta calidad.
Fue el trabajo arduo de ésta etapa y
fuertes cimientos forjados en sus comienzos, los que dieron origen a un este
gran Syrah que hoy nos deleita.
Dario
Le Bihan
Sommelier
Comunicador
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