Rutinas cotidianas que consideramos correctas pero no lo son, hábitos dietéticos adoptados a favor de la silueta o rituales de higiene mal interpretados que dañan la piel dilapidando su resistencia y causando, además de problemas estéticos, el envejecimiento prematuro, dermatitis atópica o couperosis.
Usar una lufa para enjabonarse bajo la ducha
Elevada a los altares por las tendencias más eco, esta esponja de fibras vegetales procedente de un fruto que le da nombre "puede resultar excesivamente agresiva con el manto hidrolipídico —el escudo protector de la epidermis formado a base de células muertas y lípidos procedentes de las glándulas sebáceas—, ya que sus fibras arrastran todo lo que encuentran a su paso. Usarla a diario es dejar a la piel prácticamente desnuda frente a las agresiones externas", afirman expertos, quienes recomiendan exfoliar con suavidad solo una vez cada 15 días.
Acostarse con la cara sucia
La pereza es la razón por la que muchas personas se van a la cama sin retirar la suciedad y el maquillaje del rostro. "Aunque no se maquille habitualmente, cada noche es necesario limpiar, con un producto suave y adecuado al estado de cada piel, la suciedad acumulada durante el día. Con más motivo si se suda mucho o se vive en una ciudad". La polución se ha convertido en uno de los puntos que más preocupan a los expertos en antienvejecimiento. El agua micelar es un recurso fantástico para cumplir con el cutis en menos de 2 minutos.
Lo contrario tampoco es bueno. "La higiene excesiva es uno de los factores que explican el aumento de un 300% de pieles atópicas en los últimos 30 años", "aprender a convivir con las bacterias y solo emplear herramientas para eliminarlas cuando realmente afectan a la salud, no por costumbre".
Ducharse con agua a más de 36/37 grados
Nada más placentero que una ducha caliente, pero advierte la dermatóloga: "El agua por encima de la temperatura corporal es una de las principales causas de deshidratación epidérmica, que unida al uso de geles y jabones demasiado agresivos que alteran el pH de la piel, es el primer paso hacia otras afecciones más drásticas como la dermatitis atópica". Además, favorece la flacidez cutánea. Lo ideal es ducharse a diario, pero con agua tibia y solo enjabonando axilas, genitales y pies.
No usar fotoprotector
Todos los dermatólogos están de acuerdo: el mejor tratamiento contra el envejecimiento de la piel es un fotoprotector. Y no debemos limitarlo solo a las jornadas de playa o piscina: "Su uso debe ser diario, sobre todo en el rostro".
Los expertos recomiendan "utilizar una crema de tratamiento facial con SPF mínimo de 30, y repetir su aplicación al menos dos veces al día, sin olvidar las orejas, el escote, la nuca y, en el caso de los calvos, el cuero cabelludo". Además de prevenir el cáncer de piel, este hábito evita la aparición de manchas, arruguitas y flacidez.
O gafas de sol
"Son el mejor cosmético para combatir las patas de gallo, ya que los movimientos y gestos repetitivos, son los principales responsables de su aparición precoz". Pero no vale cualquier gafa, solo aquellas que estén homologadas por la Comunidad Europea y con cristales seguros que eviten que los rayos solares dañen la retina. Las gafas de sol deben adquirirse en ópticas y farmacias.
Beber alcohol
Además de acarrear problemas graves para la salud, consumir alcohol puede producir couperosis (venitas rojas en la nariz, mentón y mejillas fundamentalmente), deshidratación, descamaciones y acelerar la flacidez cutánea, ya que también desorganiza las fibras de colágeno y elastina, responsables de la tersura y elasticidad del cutis.
"El alcohol deshidrata el tejido conectivo porque actúa como un diurético e impacta sobre producción adecuada de la vasopresina, la hormona encargada de indicar a los riñones que absorban las vitaminas y oligoelementos que el organismo necesita antes de eliminar líquidos por la orina. Cuando la absorción es mínima, la piel se muestra fatigada, cetrina, arrugada, seca y con los poros abiertos".
No comer frutas y verduras
No incluir estos alimentos en la dieta, no solo afecta al aparato digestivo y a la salud del organismo en general, sino que también se traduce en un envejecimiento prematuro de la piel. "Son las mejores herramientas para combatir los radicales libres, esas moléculas de oxígeno trastocadas que oxidan el organismo y lo envejecen". Bayas, frutos rojos, tomates, zanahorias, melocotones, sandías, fresas, naranjas, mandarinas…
Fumar
Según del Hospital Universitario de Lund (Suecia) sobre la incidencia del tabaquismo sobre la circulación sanguínea de la piel, el tabaco reduce la respuesta relajante de los micro-vasos sanguíneos cutáneos a los diferentes estímulos en pacientes fumadores crónicos en comparación a los no fumadores. Al no haber una buena circulación, la piel se ve privada de nutrientes y oxígeno, y envejece de forma prematura.
No descansar bien
"Las células del cuerpo se regeneran durante el sueño, por lo que cuando no se duerme lo suficiente, la renovación celular —incluidas las células de la piel— se detiene y puede provocar bolsas, ojeras y enrojecimiento ocular. Además, la falta de sueño afecta a la función de la barrera natural de la piel y puede provocar sequedad y una mayor sensibilidad a las irritaciones".
Perfumarse mal
Las fragancias que además de alcohol contienen bergamota y almizcle pueden provocar una fototoxicidad en contacto con los rayos UV. Esto puede producir una reacción alérgica que conlleva un exceso producción de melanina y pigmentación. Es lo que se conoce como reacciones fototóxicas, explica Cornejo, y son muy frecuentes en verano, puesto que para que ocurra solo es necesaria la presencia de una sustancia fotoactiva (el perfume) que, expuesta a la luz ultravioleta, provoca una reacción similar a la quemadura solar.
En la mayoría de los casos, las lesiones cutáneas se limitan a las zonas en las que se ha aplicado la fragancia y se han expuesto a la luz —orejas, escote, axilas, partes laterales del cuello, nuca, etcétera—; las que han permanecido a cubierto de los rayos ultravioleta protegidas por la ropa suelen salir indemnes. Recomienda repasar las etiquetas de las toallitas húmedas, incluso para limpiar a los más pequeños, el gel de ducha, el jabón o las lociones para el sol y cerciorase de que no contienen aceite de bergamota.
elpais.com
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