Greta Thunberg padece el síndrome de Asperger y a sus 15 años de edad esta joven sueca es una de las personas más determinadas en luchar contra el cambio climático. Tanto es así que se ha convertido en la defensora de un movimiento extendido a nivel mundial. En su caso, el orden de los factores sí importa, porque de haber sido una chica convencional, con una mente más adaptable, nunca se hubiera obsesionado como lo ha hecho con esta causa que defiende a capa y espada, con paraguas y chubasquero o con un anorak y tapada hasta la nariz.
Entre otras cosas, su trastorno afecta a la interacción con los demás, a la resistencia para aceptar el cambio y se caracteriza por la inflexibilidad de pensamiento. Junto a esa condición, cuenta con otra relacionada que se denomina mutismo selectivo, es decir, no puede hablar en determinadas situaciones, ya sea con compañeros o con familiares. La personas que padecen este bloqueo no deciden que prefieren no conversar, es que directamente son incapaces de hacerlo.
Hace ocho meses, Greta Thunberg acudía sola al Parlamento de Suecia. Ahora lidera un movimiento global.
Ambas condiciones se han convertido en la virtud y la contradicción de esta adolescente que está dispuesta a abofetear el orden mundial mientras saca los colores a gobernantes y legisladores, haciéndoles entender que lo suyo es un desorden de prioridades. Virtud porque padecer Asperger le impide olvidar lo que realmente supone el cambio climático. Contradicción, porque a pesar de haber sido diagnosticada con mutismo selectivo, su causa le ha llevado no solo a reunirse con la canciller de Alemania, Angela Merkel, con el presidente de Francia, Emmanuel Macron o el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; sino a dar discursos delante de miles de personas y liderar una movilización en más de 70 países.
La suya es la historia de una líder juvenil que ha dado ejemplo de tenacidad, consistencia, persistencia y madurez.
“Pienso demasiado. Algunas personas pueden olvidarse de las cosas, pero yo no, especialmente si hay algo que me preocupa o me entristece”, señaló a The Guardian. “Recuerdo que cuando era más pequeña, en la escuela, los profesores nos enseñaban vídeos del plástico en los océanos, de osos polares famélicos y esas cosas. Lloré con todas las películas. Mis compañeros de clase se preocupaban cuando las veían pero después volvían a lo suyo. Yo no podía hacer eso. Aquellas imágenes quedaban grabadas en mi cabeza”, afirmó.
Le costó trabajo, pero Thunberg se aceptó a sí misma y en lugar de quedar paralizada de pena o con un conflicto tal que se convertía en depresión (algo que sucedió durante un periodo de tiempo), usó su condición para ponerse manos a la obra para realizar una revolución de casa para fuera. Sola o acompañada.
Los primeros en caer en sus novedosas garras persuasivas fueron sus padres. Su madre, cantante de ópera y su padre, escritor, escucharon sus argumentos, vieron los documentales que Thunberg les mostraba y leían los libros que les recomendaban. En poco tiempo dejaron de viajar en avión, en coche e incluso se hicieron veganos. A partir de ahí amplió su lucha de puertas hacia a fuera.
Un viernes se escapó de clase, pintó un cartel en el que se leía ‘skolstrejk för klimatet’ (huelga de colegios por el cambio climático) y se plantó sola frente al Parlamento de Suecia. Nadie de la escuela quiso acompañarla y ocho meses después ya son legión los que acuden al mismo lugar al que ella nunca faltó nevara, lloviera o brillara el sol. Precisamente este 15 de marzo, cuando regrese al lugar donde empezó todo, será una de las protestas medioambientales más multitudinarias que jamás se hayan celebrado. Al menos esa es la previsión.
La que fue una chica de lo más introvertida sin más objetivo que el de ser una buena estudiante, se ha convertido en una referencia mundial.
“Pensé que nunca marcaría la diferencia porque era muy pequeña”, apuntó al diario británico.
Pero en agosto de 2018 todo cambió. El verano fue especialmente caluroso y seco en el norte de Europa, e incluso se produjeron incendios en Suecia. Fue entonces cuando vio con sus propios ojos que los temores del futuro estaban más cerca del presente de lo que pensaba. Había que actuar y Thunberg lo hizo sin complejos, sin que le importara lo que pensaran de ella cuando se encontraba postrada cada día en el Parlamento de Suecia.
La suya es una causa salida desde el convencimiento y alimentada por la obsesión irremediable de luchar contra el sinsentido.
yahoo
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