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Por qué demasiados mensajes optimistas pueden acabar amargándote
Posted By: CLAUDIA CORIN - marzo 24, 2019“No hay nada imposible”, “haz de hoy una aventura alucinante”, “tú puedes con todo”. Son mensajes cotidianos que inundan desde portadas de libretas, a tazas y posts en redes sociales. A través de estos mantras de positividad se alienta el optimismo y la felicidad, pero en ocasiones, los días grises son también necesarios.
“Vivimos una auténtica sobredosis de positividad mal entendida, fruto del actual imperante y dictatorial merchandising de la felicidad. Este tipo de mensajes no son del todo ciertos; más bien nos llevan a una actitud pasiva y expectante de bienestar”, comparte la psicóloga Sonia Cervantes.
Educarnos en la aceptación
Tal es el bombardeo de frases motivacionales, entre compañeros, amigos, famila y, también, redes sociales que estamos sometidos a una sobrecarga. Un exceso de recomendaciones que buscan una felicidad forzada que puede ser incluso contraproducente. “Nada en exceso, eran palabras escritas en los muros del templo de Apolo. La psicología también lo ha estudiado. El exceso pierde valor reforzante, causa saturación, provoca la indiferencia, acaba siendo un problema o incluso un castigo”, comenta Lecina Fernández, psicóloga clínica y directora de Lab.Ilusión.
Grandes religiones como el budismo mantienen en sus bases que el mundo está lleno de sufrimiento y que en la realidad no existe la felicidad permanente. Un concepto con el que comulga Cervantes: “La felicidad plena no existe. Solo con la actitud no vas a conseguir lo que te propongas y hay problemas que de oportunidad no tienen nada, son un verdadero quebradero de cabeza cuya solución no está siempre en nuestras manos”.
El éxito para minimizar ese sufrimiento, dolor o tristeza que desencadenan algunas situaciones a lo largo de la vida está relacionado con afrontarlos y aprender de ellos. “Tenemos que educarnos más en la aceptación de la realidad y en la orientación al cambio siempre y cuando dependa de nosotros. Esto no quita que una actitud positiva y un pensamiento optimista va a facilitar mucho las cosas y aumentará la sensación de bienestar emocional”, continúa Cervantes.
La presión social por “estar bien”
Contar con herramientas adaptadas a cada problema concreto es otra de las habilidades para conseguir superarlas. “Lo importante es saber qué podemos hacer ante esos problemas, ante ese malestar. La confianza en nosotros mismos es imprescindible. Hacia ahí sería beneficioso dirigir la comunicación: A la posibilidad que tenemos de levantarnos, de elegir nuestra actitud, incluso de volver a ilusionarnos”, recomienda Fernández.
“El estoy bien como respuesta a ¿qué tal estás? es en ocasiones una gran mentira. Fingimos ser felices para autoconvencernos de que lo somos o forzarnos a serlo. Vivimos bajo la dictadura de la felicidad”, asegura Cervantes. Las redes sociales tienen también mucho que ver en ello. Solo necesitas revisar el feed de cualquiera de ellas para ser testigo de cómo predominan imágenes de momentos felices, alegres o mensajes cargados de esta intención.
Pero transmitir este tipo de mensajes, únicamente serían necesario cuando se observa una necesidad. “La necesidad parte de una carencia, y no hay tal carencia ya que aparecen con una superlativa frecuencia. Además no son para una persona, sino para esa gran ventana del mundo virtual como son las RRSS, en el que el objetivo suele ser conseguir ‘likes’ para el propio emisor más que cambios en el receptor”, indica Fernández. “Estos mensajes son oportunos y van bien cuando son sinceros, creíbles y coherentes con la situación particular de cada persona”, añade.
La felicidad, una obligación
Dado que a la sociedad no le gusta afrontar los malos momentos y mucho menos a las redes sociales, el individuo suma una exigencia más a su día a día: la necesidad ser feliz. “Se trata de ofrecer una fachada, pero la felicidad es interna, personal, lo mismo ocurre con la motivación y con la ilusión”, dice Fernández, que subraya la importancia de buscar la esencia de las cosas, su sentido.
Para esquivar este estado construido solo en la superficie es necesario tomar un papel activo ante los acontecimientos. “Debemos construirnos a nosotros mismos, con nuestra propia experiencia en lugar de optar por una actitud ilusoria en la que se fantasea con ser otra persona. Como resultado, en lugar de crecer el individuo, aumenta su vacío interior. Este camino lleva más hacia la depresión que hacia el optimismo y la ilusión”, continúa la psicóloga que ha diseñado unos cursos de Ilusión Positiva para afrontar estas situaciones: “En lugar de ser bombardeados desde fuera con una multitud de mensajes positivos, está la alternativa de ser la persona la que entra, explora, reflexiona, a-prende y hace suyo, un concepto, un aprendizaje, una confianza, para convertirla en actitud”.
De hecho, dar por hecho que hemos de tomar esta actitud de felicidad trae como consecuencia añadida la culpa. “Es necesario aceptar la realidad tal como viene sin maquillarla ni azucararla”, mantiene Cervantes que recomienda tener presente que el sufrimiento forma parte de la vida. “Cuanto más preparados estemos para hacerle frente, sin huir de él ni evitarlo a toda costa, menos sufriremos cuando llegue. Si la vida te da limones, vas a tener que aguantar su sabor ácido durante un tiempo, ya vendrán las dulces manzanas”.
lavanguardia
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