Cuando hablamos de Familias Reales y de joyas siempre pensamos en magníficas tiaras, espléndidos collares y gemas valiosísimas. Sin embargo, la joya más preciada en la Familia Real de Dinamarca es una sencilla y fina pulsera de oro. Pero, esa pulsera tan simple esconde un secreto muy importante para todas las princesas danesas. Cuando una princesa de Dinamarca cumple la temprana edad de 5 años recibe el simbólico y valioso regalo. Es una tradición que parte de un acontecimiento muy tierno y emotivo.
Para conocer el importante significado de la pulsera de oro tenemos que remontarnos a la época de la Princesa Margarita de Connaugt, estamos a finales del siglo XVIII y a Suecia. Podemos imaginarnos a una bella y muy joven princesa Margarita, a la que entonces su familia llamaba cariñosamente Daysi y era conocida entre los ciudadanos como Margareta.
Margareta lucía siempre en su muñeca una joya muy sencilla: una finísima pulsera de oro. Se desconoce quién le regaló la pulserita, pero hay quien afirma que existen pruebas de que Margareta llevaba la sencilla pulsera desde que era una niña.
Pasan los años, entra el siglo XIX y en 1905 la princesa conoce a su príncipe azul. La princesa Margarita se casa con el príncipe de Suecia Gustavo Adolfo, a los pocos meses de conocerse. La boda fue magnífica y se celebró en el Castillo de Windsor, en Berkshire. Margarita y Gustavo Adolfo tuvieron 5 hijos, cuatro varones y una mujer. Margarita bautizó a su única hija con el nombre de Ingrid. En 1915, cuando la pequeña Ingrid cumplió 5 años recibió de su madre un emotivo regalo: su querida pulsera de oro.
La princesa Margarita entregó a su única hija su bien más preciado. La pulserita no era el regalo que más valor económico tenía, ni mucho menos, pero era el bien que Margarita más apreciaba. Sólo cinco años más tarde de la entrega de la pulsera de oro, en 1920 la madre de Ingrid murió. La princesa Margarita tenía solo 38 años cuando falleció en el Palacio Real de Estocolmo.
La princesa Ingrid de Suecia se convirtió en la Reina Ingrid de Dinamarca. Ingrid jamás se quitó la pulserita que le regaló su madre y falleció con ella puesta en el año 2.000 a la edad de 90 años. Pero, retrocedamos hasta 1940, año en el que la Reina Ingrid trajo al mundo a una princesita a la que bautizó como Margarita, en recuerdo de su madre querida. Y cuando la pequeña Margarita de Dinamarca cumplió 5 años, su madre la Reina Ingrid le entregó regalo de gran valor sentimental: una sencilla pulserita de oro, igual a la suya. De esta forma Ingrid perpetuaba el simbólico y emotivo regalo que le ofreció su madre precisamente cuando Ingrid tenía la misma edad que tenía en ese momento su hija Margarita. Así se cerraba el círculo del cariño y comenzaba una emotiva tradición, una tradición que se mantiene hasta nuestros días.
Margarita se convirtió en Reina con su pulserita en el brazo izquierdo. Pero, la Reina Margarita no tuvo hijas por eso fue la princesa Isabella, hija de Federico de Dinamarca y Mary, la que recibió de manos de la Reina la famosa pulsera cuando en 2012 cumplió los 5 años. Y ya la cuarta hija de Mary, la princesa Josephine, melliza de Vicent, tiene también su pulsera de oro. Y la última de la damas danesas, por ahora, en recibir la famosa pulsera ha sido la octava nieta de la Reina Margarita, la hija menor de Joaquin de Dinamarca y Marie, la pequeña Athena.
La entrañable tradición del regalo de la pulsera de oro a las princesas danesas por su quinto cumpleaños ha quedado perpetuada. Así todas la princesas de Dinamarca recordarán al mirar la pulserita que una antepasada suya, la princesa Margarita hizo aquel sentimental regalo a su hija, justo 5 años antes de morir. Este es el secreto del conmovedor regalo que pasará de generación en generación. Porque ni las joyas pueden sólo medirse por su valor económico. Ni mucho menos.
YAHOO
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