El "problema difícil" de la conciencia es el de la experiencia subjetiva.
"Si no fuéramos conscientes, nada en nuestras vidas tendría sentido o valor".
Así de radical es el filósofo australiano David Chalmers al abordar un problema que incomoda a los científicos y divide a los filósofos: la conciencia.
"La conciencia es una de las verdades fundamentales de la existencia del ser humano. Cada uno de nosotros es consciente"
El primer inconveniente surge por lo ambiguo que es el término.
Por ello, en 1995 Chalmers acuñó la idea de que existe un problema "fácil" y uno "difícil" vinculados a la conciencia.
El "fácil" es aquel que puede ser explicado científicamente con las nociones y herramientas que disponemos.
En este sentido, la conciencia es la "habilidad de discriminar, categorizar y reaccionar a estímulos ambientales (...), de fijar la atención, de controlar el comportamiento de forma deliberada, de diferenciar entre estar despierto y dormido", enumeró Chalmers en aquel famoso ensayo.
El problema "difícil" es la experiencia: "Cuando pensamos y percibimos, hay un ejercicio de procesamiento de información, pero también hay un aspecto subjetivo".
La ciencia puede explicar cómo el ojo ve o mapear qué zona del cerebro procesa el dolor, pero no puede detectar la experiencia en sí misma: cómo alguien en concreto percibe el color rojo o qué siente al darse un golpe fuerte en la rodilla.
Para buscar soluciones a este problema se necesitan ideas radicales que, aunque parezcan un contrasentido (o directamente un sin sentido), puedan explicar este misterio.
Es allí donde entra el panpsiquismo.
En el sentido literal del término, el panpsiquismo es la idea de que todo ("pan" en griego) tiene conciencia o alma ("psyche"), desde una roca hasta una casa.
La conciencia, por ende, no sería un rasgo exclusivo del ser humano.
Esto no quiere decir que la piedra sienta cuando uno la patea o la casa abandonada piensa en aquellos tiempos en que estuvo habitada.
Para el panpsiquismo, cada partícula posee una conciencia y, en conjunto, pueden crear sistemas más complejos como la conciencia humana.
Según el panspsiquismo, cada partícula posee una forma de conciencia mínima, una que es infinitamente simple.
Cuando se combinan en sistemas, estas partículas pueden llegar a crear formas más complejas de conciencia, como la experiencia subjetiva del ser humano.
Hasta que se demuestre lo contrario, muchos, si no todos, los organismos multicelulares experimentan dolor y placer, y pueden ver y oír las imágenes y los sonidos de la vida"
Vacío científico
La explicación de qué origina la conciencia tradicionalmente ha estado predominada por dos visiones: el materialismo y el dualismo.
De acuerdo con el materialismo, la materia conciencia deriva por completo de la materia física, aunque no detalla cómo.
Por su parte, el dualismo sostiene que la conciencia y la materia son dos cosas distintas y separadas. Pero entonces, ¿cómo se explica que la primera interactúe y afecte a la segunda?
El panpsiquismo resuelve algunas de estas falencias.
La física, por ejemplo, explica que un electrón tiene cierta masa y carga, es decir, cómo es propenso a comportarse: "Tener masa es resistir la aceleración, tener carga es responder de cierta forma a a los campos electromagnéticos".
"Lo que la física no dice es qué es un electrón (...) en sí mismo, intrínsecamente".
Muchos son los filósofos y científicos que se han adherido al panpsiquismo a lo largo de la historia, aunque en aquel entonces quizás todavía no hubiera sido bautizada como tal.
Desde el lado de la ciencia, el máximo representante histórico del panpsiquismo fue Arthur Eddington, el astrónomo británico famoso por haber confirmado la existencia del fenómeno descrito por la teoría de la relatividad de Einstein.
Sin embargo, en el siglo XX y particularmente después de la Segunda Guerra Mundial, el panpsiquismo perdió fuerza en la academia.
En los últimos años, la idea ha ganado credibilidad académica, en parte gracias al concepto de "problema difícil de la conciencia" de Chalmers y a que las ciencias duras empezaron a estudiarlo con seriedad.
Así, aparecieron estudios y libros académicos de prestigio abordando distintos ángulos y visiones sobre el tema, al tiempo que se crearon instituciones como la que dirige Chalmers en la Universidad de Nueva York.
Una de las teorías que logró llevar el panpsiquismo al siglo XXI pertenece al psiquiatra y neurocientífico italiano Giulio Tononi, principal investigador del Centro para el Sueño y la Conciencia de la Universidad de Wisconsin-Madison, de EE.UU.
Su Teoría Integrada de la Información (IIT) ofrece "una forma científica, constructiva, predictiva y matemáticamente precisa del panpsiquismo", escribió Koch en Scientific American.
La mayor crítica que se le hace al panpsiquismo es el llamado "problema de la combinación": cómo es que esas pequeñas partículas con consciencias diminutas forman una conciencia más compleja.
Pero también están quienes ni siquiera pueden concebir la idea de atribuirle conciencia a algo que no sea el ser humano.
En este sentido, Koch escribió: "Nuestra intuición también falla cuando, de niños, se nos dice por primera vez que una ballena no es un pez, sino un mamífero, o que las personas del otro lado del planeta no se caen porque están boca abajo".
El hecho de que todo tiene conciencia "viola la intuición fuertemente arraigada de la gente de que la sensibilidad es algo que solo poseen los humanos y unas pocas especies estrechamente relacionadas".
Pero que la trasgreda no quiere decir que esté equivocada.
BBC
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