Si quieres captar la atención de tus oyentes vas a necesitar mucho más que unas gráficas de colores. Hoy te contamos cómo puedes usar la inteligencia emocional al preparar cualquier tipo de presentación y convertirte en un excelente orador.
Una presentación puede ser un desastre o todo un éxito…y no depende del tema, depende mayormente de cómo lo expongas.
PowerPoint, por ejemplo, ofrece más posibilidades de las que muchos conocen: puedes crear desde tus propias infografías hasta GIFs y tests para asegurarte de que todos tus oyentes participen, haciendo una presentación lo más dinámica posible.
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No obstante, no serán los animados colores los que realmente convenzan a tus oyentes: para hacer una buena presentación también tienes que usar la inteligencia emocional.
Paso 1: El proceso para hacer una presentación con inteligencia emocional no empieza cuando enciendes el ordenador y creas la primera diapositiva. Antes de nada tómate tiempo para ponerte en la piel de tus oyentes, la empatía es uno de los rasgos más característicos de una persona con alta inteligencia emocional, por lo que debes usarla al preparar tu presentación. Pregúntate qué es lo que importa a tus oyentes, que temen, a que aspiran, cuáles son sus dudas y qué es lo que les hace feliz.
Paso 2: Una vez tengas claro cuáles son las necesidades de tu público es hora de decidir cómo vas a atenderlas. Tu objetivo es resolver sus dudas, ser una inspiración, aportar valor y, consecuentemente, influirles y dejar huella; la mejor manera de hacer esto es contando historias. Piensa en cada duda o necesidad que tengan y crea una respuesta contando una historia relacionada con algo personal que les importe, ya sea sobre compañeros, clientes o productos. Procura siempre seguir una estructura lineal explicando primero por qué es importante, qué tienen que hacer, y cómo pueden hacerlo.
Paso 3: Una vez que tengas clara tu estrategia basada en inteligencia emocional, es hora de crear la presentación. Cada diapositiva debe ser clara, tener colores que resulten atrayentes a tu público e incluir palabras que les inspiren. Intenta ser lo más auténtico posible: se consciente de cuál es tu estilo e intenta mantenerlo. Cuando acabes cada diapositiva míralo con perspectiva y pregúntate que mensaje les transmitirá, ¿satisface sus necesidades?
Paso 4: Cuando acabes tu presentación, vuelve a poner en práctica una de las costumbres más frecuentes de una persona con alta inteligencia emocional: pedir feedback. Primer obtén tu propio feedback, volviendo a preguntarte si crees que tu presentación se adecua al público y sus necesidades; después, enséñaselo a un amigo o compañero de trabajo, explicándoles cómo es tu público. Pídeles feedback sincero y úsalo para mejorar los posibles defectos que tenga tu presentación.
Puede que te lleve algo más de tiempo, pero preparar tu presentación pensando en tus oyentes es esencial. Recuerda: pese a que estés tú en el estrado, el centro siempre es tu público.
Fuente: FastCompany
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