La conmovedora historia por qué se celebra el Día del Perro en Argentina
La fecha que recuerda la relación entre el ser humano y estos animales, pero también pone acento en la crítica situación de los que viven en las calles
Chonino, un pastor alemán, nació el 4 de abril de 1975 y dos años después fue reclutado y puesto, junto a otros 12, a disposición de la División Perros de la Policía Federal donde lo adiestraron como "perro de seguridad" y finalmente quedó catalogado como "perro de presa".
Eso significó que tendría que patrullar al lado de un policía guía y que tendría que interceder al punto de anteponer su vida para proteger la de los oficiales que lo guiaran o la de cualquier otra persona durante un enfrentamiento armado u otro tipo de peligro.
La idea del ingreso de los perros a la fuerza fue que sean "seguridad" durante el Mundial Argentina 78. Fue justamente el partido inaugural en el estadio de River Plate donde cumplió su primer servicio.
Debido a los hechos de inseguridad en la entonces Capital Federal es designado para patrullar como refuerzo la zona que cubría la comisaría número 45 en el barrio de Devoto, junto a Luis Alberto Sibert apoyado por Jorge Ianni.
El día que Chonino quedó en la historia
Eran aproximadamente las 3:00 de la madrugada del 2 de junio de 1983 cuando dos agentes de la Policía Federal —junto a sus perros, uno era Chonino— hacían la recorrida habitual y vieron a dos hombres en actitud sospechosa en la intersección de Avenida General Paz y Lastra, en Villa Devoto.
Los sospechosos merodeaban cerca de los autos estacionados, especialmente de uno, por lo que los agentes les pidieron que se identificaran, pero la respuesta fueron disparos.
Uno de ellos sacó de entre sus ropas un revolver calibre .38 y comenzó el tiroteo. Los agentes cayeron heridos y Chonino intercedió. No se sabe si porque así lo indicaba su entrenamiento o por el instinto protector de haber visto a un amigo en problemas.
Los delincuentes no tuvieron piedad e hirieron a los efectivos. Chonino se abalanzó sobre uno, lo sujetó del brazo y logró desarmarlo. El otro, con total sangre fría, disparó sobre el pecho de Chonino y atravesó su torso. Pese a eso, se prendió del abrigo del maleante con tanta fuerza que le arrancó el bolsillo.
Al ver a su guía malherido y tendido en la calle fue hasta él. Agonizante, se arrastró unos 100 metros y recién al lado de Sibert, Chonino cayó desplomado y murió.
El Suboficial y guía tardó unos meses en recuperarse en el Hospital Churruca y finalmente fue dado de alta. En tanto, el oficial Jorge Ianni, murió horas después del asesinato de Chonino debido a las heridas recibidas.
La prueba que dejó Chonino antes de morir
Cuando Chonino dio el último salto contra uno de los delincuentes lo agarró del gamulán con tal presión que le arrancó un bolsillo. El perro guardó en su boca mientras moría el pedazo de tela con el documento de identidad del asaltante y gracias a eso cinco días después arrestaron a los dos en la provincia de Buenos Aires.
La muerte convirtió a Chonino en el perro líder de la fuerza y, a modo de homenaje, la calle de acceso a la División Perros de la Policía Federal lleva su nombre por disposición municipal.
Actualmente los restos de Chonino descansan en el Círculo de la Policía Federal Argentina y los de su guía Luis Alberto Siberto, fallecido 25 años después del lamentable hecho, el 13 de diciembre de 2007, en el Cementerio de la Chacarita.
En su memoria, a pedido de la periodista y escritora Cora Cané, desde 1996 el 2 de junio se conmemora en Argentina como el "Día Nacional del perro". Además, se le rinden otros homenajes: en el predio de la Policía Montada levantaron una estatua de bronce en su memoria; la División Perros de la Policía Federal Argentina rinde cada año un homenaje a Chonino y lo hace extensivo a todos los perros de la fuerza.
Esta jornada es también importante recordar que los perros, al igual de los demás animales, no deben ser considerados meros objetos. Por eso, es importante mirar a los costados y ver la cantidad de estos seres tan especiales que caminan solos por las calles y que esperan la oportunidad de encontrar un hogar que los abrigue.
Infobae
LA HISTORIA DEL PERRO FERNANDO
Fernando fue un conocido perro vagabundo que vivió en la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco, Argentina, en la década de 1950 y principios de 1960. Se hizo conocido entre los habitantes de la ciudad por frecuentar bares y conciertos a los que concurrían músicos, artistas y políticos de la capital. Murió el 28 de mayo de 1963 al ser atropellado por un auto en la plaza frente a Casa de Gobierno. Sus restos fueron enterrados en la vereda de El fogón de los arrieros, un museo de la ciudad. Allí puede leerse un epitafio que dice:
«A Fernando, un perrito blanco que, errando por las calles de la ciudad, despertó en infinidad de corazones un hermoso sentimiento»
Se dice que su entierro fue el más concurrido en la historia de la ciudad.
Después de su muerte, ha recibido muchos homenajes por parte de músicos y artistas, como por ejemplo la canción Callejero, que le dedicó Alberto Cortez más tarde versionada por Attaque 77 dos esculturas en la ciudad: una sobre su tumba y una última de bronce frente a la Casa de Gobierno provincial. Finalmente, en uno de los accesos a la ciudad, puede leerse en un cartel un saludo al viajero que reza:
Después de su muerte, ha recibido muchos homenajes por parte de músicos y artistas, como por ejemplo la canción Callejero, que le dedicó Alberto Cortez más tarde versionada por Attaque 77 dos esculturas en la ciudad: una sobre su tumba y una última de bronce frente a la Casa de Gobierno provincial. Finalmente, en uno de los accesos a la ciudad, puede leerse en un cartel un saludo al viajero que reza:
«Bienvenido a Resistencia, ciudad de Fernando».
Fue en algunos momentos mascota de un músico llamado Fernando Ortiz de quien recibió el nombre y lo adoptó a corta edad y que lo llevó consigo a sus funciones y otros conciertos, lugares donde la gente empezó a tomarle cariño. Se comentaba que Fernando tenía buen oído para la música, y muchas veces la crítica del espectáculo al día siguiente dependía de las reacciones que había tenido el perro. Poseía un instinto particular que lo hizo amigo de todos los habitantes. Su figura era popular y no había reunión social o artística que no contara con su simpática presencia silenciosa, como si gustara y disfrutara del espectáculo.
Sobre él se escribieron varias notas en diarios y revistas de Argentina y del extranjero, y hasta mereció un comentario de Arturo Barea por la BBC de Londres. Tenía por costumbre cumplir meticulosamente sus recorridos, y nunca faltaba a la Plaza Central, donde cumplía una de sus grandes pasiones: perseguir gatos.
Una de sus rutinas diarias era ir a la sucursal local del Banco de la Nación Argentina, donde se hacía presente a las 6 de la mañana para ingresar junto a los empleados y desayunar con el gerente.
El perro tenía acceso irrestricto a cines y espectáculos, y si la función no era de su agrado se retiraba orgullosamente. Al día siguiente el comentario de la función dependía de lo que había hecho el can.
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