viernes, 10 de agosto de 2018

10 DE AGOSTO - Día Nacional de la Isla de los Estados

Posted By: CLAUDIA CORIN - agosto 10, 2018

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Instituido por Ley Nacional N° 25.150, en honor de uno de los personajes más curiosos de la historia argentina: Luis Piedrabuena.
Luis Piedrabuena, que fue considerado durante muchos años prácticamente como el "dueño" de la isla, y la custodió hasta su muerte.
El Comandante Piedrabuena
Nació el 24 de agosto de 1833 en Carmen de Patagones. Se casó con Julia Dufour y con ella tuvo cuatro hijos: Luis, Ana, María Celestina y Julia Elvira. Como hombre de familia, sufrió el alejamiento de su hogar en cada uno de sus viajes, hasta la hora de su muerte: 20.45 hs. del 10 de agosto de 1883. En 1998, se estableció por ley en su homenaje el 10 de agosto para el recordatorio de "su" isla.
Patriota ferviente y marino extraordinario, fue recibido por los presidentes Mitre, Sarmiento y Avellaneda, y llegó a ser distinguido por la reina de Inglaterra, el káiser de Alemania y el presidente de los Estados Unidos.
Fue de hecho, un gran embajador en el por entonces "lejano" sur de nuestro país, al que se le daban sólo instrucciones verbales y se le pagaba con honores y concesiones. Piedrabuena fue promotor incansable de la Patagonia austral y llamó siempre la atención de las autoridades argentinas con respecto a la necesidad de poblarla. Pero no pudo ser testigo del proceso de ocupación de Santa Cruz, que se inició dos años después de su muerte.
El inicio de su incansable tarea como defensor de los derechos argentinos en la Patagonia austral podría situarse alrededor de 1859, cuando fundó un establecimiento comercial para el trueque de mercaderías con los indios tehuelches, en la isla Pavón (próxima a la desembocadura del río Santa Cruz), y habilitó además un puesto de apoyo en Puerto Cook (isla de los Estados). Su asentamiento era el único lugar civilizado al sur de Carmen de Patagones, y allí izó la bandera nacional y defendió la soberanía argentina al sur del río Santa Cruz.
Su presencia constituyó uno de los más poderosos argumentos esgrimidos por Argentina en la definición del trazado de la frontera con Chile (en 1881, tras 22 años de su permanencia en la Patagonia austral, Argentina y Chile firmaron un tratado de límites). En 1862, en uno de sus tantos viajes, llegó hasta el Cabo de Hornos y dejó grabado en un peñasco: "Aquí termina el dominio de la República Argentina. En la Isla de los Estados (Puerto Cook) se socorre a los náufragos. 1863. Capitán L. Piedra Buena”.
En 1864 fue nombrado Capitán Honorario de la Marina Nacional, y en 1868, cuando el gobierno otorga las primeras concesiones de tierra en el sur, le son entregadas en propiedad a Piedrabuena la Isla Pavón y la Isla de los Estados, en reconocimiento a sus méritos marítimos, tanto humanitarios como de reafirmación de la soberanía argentina sobre las tierras australes.
Como salvador de náufragos intervino en siete salvamentos oficiales y muchos otros no registrados. Socorrió a más de doscientos náufragos desde que llegó por primera vez a la Isla de los Estados, en agosto de 1847 a los 14 años.
Sus navegaciones por mares tempestuosos con pequeñas naves (como el Luisito, de sólo 11 metros de eslora) son verdaderas hazañas. Una anécdota nos muestra su capacidad y heroísmo: El 10 de marzo de 1873, su gran embarcación, el Espora, estaba fondeado frente al lugar que Piedrabuena llamaba Bahía de las Nutrias cuando un fuerte temporal le hizo perder las anclas. Intentó varar el barco en la playa, pero terminó dando contra las rocas y hundiéndose. Piedrabuena y sus hombres (8 en total) lograron llegar a la costa y durante los siguientes 3 días intentaron rescatar, sin éxito, lo que quedaba del Espora. Entonces Piedrabuena decidió la construcción de un nuevo buque, con los restos del naufragio y las maderas de las que pudieron proveerse en la isla. Contaba con elementos muy precarios: una sierra grande, otra chica y un par de hachas de mango corto. Debían además abastecerse de alimentos y construir un refugio que los reparara de las inclemencias del tiempo. El 16 de marzo se tendió la quilla de lo que sería una nueva embarcación más pequeña. Del Espora se utilizaron el timón, el mástil, las bombas, las velas, la cabuyería y muchas de las maderas, y a falta de brea o alquitrán, se utilizó grasa de pingüino. El día 18 el Luisito (así bautizado en recuerdo del hijo del capitán) zarpó hacia Punta Arenas, adonde llegó el 27 del mismo mes.
Por hazañas como ésta, en 1878 Julio A. Roca le otorga el grado de Teniente Coronel de la Marina.

Mitos y realidades de la “Isla del fin del mundo”
Entre tantas particularidades que se esconden en la inmensa geografía de nuestro país, hoy celebramos el día de una de las más interesantes, ubicada más allá de todo, donde termina la mismísima Tierra del Fuego. Hasta allí llegó, por ejemplo, la mente de Julio Verne para situar una de sus mejores novelas.
La Isla de los Estados es una reserva conformada por un grupo de islas e islotes ubicados al este de Tierra del Fuego, en el extremo sur de nuestro continente. Si bien se trata de una reserva provincial, el dominio de la isla es de la Armada Argentina.
La isla tiene una longitud aproximada de 65 kilómetros, su parte más ancha mide 16 kilómetros y la más estrecha unos 500 metros, y su superficie -incluida la de las islas adyacentes: Año Nuevo al Norte, Dampier y Menzies al Sur- es de unos 530 kilómetros cuadrados. Tiene 300 kilómetros de costa, que están formados por bahías y fiordos, con acantilados que caen abruptamente sobre el mar, y también algunas playas de canto rodado y de arena. El centro de la isla está atravesado por dos hileras de montañas rocosas, últimas estribaciones de la Cordillera de los Andes, cuya altura máxima alcanza los 823 metros.
La isla presenta algunos rasgos naturales e históricos únicos para la Argentina, y muy particulares para esta región del mundo. Es también muy importante para el ecosistema de la zona, ya que es elegida por aves y mamíferos marinos que se concentran allí en las épocas reproductivas de cada especie.
Su apogeo histórico se dio entre los siglos XVII a XIX, en que era muy frecuentada por los marinos a causa de la intensa navegación de los mares australes, y tanto por su particular ubicación como por las historias que los marinos inventaban en cada viaje, tomó trascendencia mundial. Entre otras cosas, inspiró a Julio Verne, uno de los más grandes novelistas de la historia, a situar allí una de sus famosas obras: “El faro del fin del mundo”.
También fue considerada, por su aislamiento y dificultoso acceso, como el lugar ideal para la instalación de una cárcel, por lo que durante algunos años funcionó allí un presidio, que obviamente desmotivaba a los presos que lo moraban de toda intención de escape. El presidio funcionó allí hasta fines de 1902. Había sido llevado desde San Juan de Salvamento el 14 de marzo de 1899, pero se trasladó definitivamente a Ushuaia por razones de seguridad, de disciplina y hasta de humanidad, porque la salud del personal y de los penados se resentía del clima riguroso de la isla.

En la actualidad, los signos de actividad humana son muy localizados y se remontan a principios de este siglo, por lo que con excepción de un apostadero de la Armada Argentina la isla es muy poco intervenida por el hombre.

Efemérides históricas argentinas

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