Son varios los actores involucrados en “Los Científicos Van a las Escuelas”, iniciativa federal del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, que busca enriquecer las clases de ciencias en el aula. Por cada provincia participan 15 científicos, que junto a docentes (denominados par), formulan Trabajos Prácticos Científicos (TPC) para mejorar el dictado de los contenidos curriculares de las materias; el Científico número 16 (denominado C16) de cada provincia, coordina estos pares, asesorando y manteniendo contacto permanente con ellos. En el mes de julio, en el Centro Cultural de la Ciencia, se llevó a cabo un encuentro de todos los C16.
Durante dos jornadas de trabajo, los C16 de Corrientes, Córdoba, Santiago del Estero, Jujuy, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Chubut, y por primera vez, Entre Ríos y CABA, intercambiaron experiencias, expresaron inquietudes, prepararon ensayos, y analizaron los TPC propuestos por cada par de su provincia. El desafío del encuentro federal residió en optimizar la capacidad instalada de cada docente y cada escuela, de acuerdo a su contexto y particularidad. Este aprendizaje adquirido brinda la posibilidad de transferir el conocimiento a otros colegas y diseñar nuevos TPC sin el acompañamiento del científico.
“Hay que dejar abierta la posibilidad de que los alumnos se pregunten cosas, esto es más difícil que preparar el experimento”, expresa Silvia Fernández Castelo, hasta hace poco una de las referentes de la iniciativa, junto a Elena Díaz País. Una de las barreras más comunes es el desconocimiento y el miedo de manipular vasos de precipitado, destiladores, drogueros, probetas, o llevar a cabo ideas, conceptos. A partir del vínculo con el científico, los docentes encontraron la posibilidad de vencer prejuicios, poner en práctica proyectos empíricos y despertar la atención de los alumnos. “El desafío es evitar la ´receta´ en el aula”, suelta Silvia en referencia a aquellos experimentos que no conducen a nada, sino “plantear la pregunta y que ellos busquen los medios para responderlas”. Algunos TPC con buenas intenciones se descartaron por seguir solo una “receta”; en otros, se profundizó el método. “El objetivo es que sea una herramienta pedagógica para los docentes. Por eso pedimos que los TPC sean redactados por los docentes, para que sea un relato de experiencias empíricas”, afirma Elena.
El par (docente y científico) trabaja 30 horas sobre un proyecto de temática curricular elegida por el establecimiento educativo, que luego se implementará en clase. Este vínculo perdura en el tiempo, en muchos casos, se vuelve un espontáneo acompañamiento. Por su parte, el C16, es elegido por el coordinador científico y mantiene contacto permanente con los pares a lo largo del módulo de trabajo y está actualizado de los avances de cada TPC. “El mayor desafío de los C16 es generar el diálogo entre dos mundos que tienen lenguajes diferentes, y lograr la paridad de saberes para poder volcarlos en los TPC”, concluye Díaz País. Como parte de la iniciativa, hay una instancia donde los alumnos entrevistan al científico, quien comparte su experiencia y cuenta su quehacer.
Sobre LCVE
Busca promover el conocimiento general sobre la metodología de la ciencia y despertar vocaciones científicas entre los jóvenes. En 2017, LCVE se llevó a cabo en 12 provincias (Santa Fe, Corrientes, Mendoza, Neuquén, Chubut, Río Negro, Catamarca, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja y Córdoba), contó con la participación de 192 científicos (16 por provincia) y 540 docentes (45 por provincia) alcanzando aproximadamente 13.500 alumnos. Algunas de las guías de los TPC se encuentran disponibles para que cualquier escuela replique la experiencia con sus alumnos.
PRENSA
MINISTERIO DE CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN PRODUCTIVA
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