Por qué algunos sonidos producen escalofríos?

Los sonidos nos rodean desde el primer segundo de nuestras vidas. A veces nos paramos a escuchar el susurro del bosque, entramos en trance ante la discografía de un grupo de música preferido, o nos perdemos en el zumbido marino... Otras veces, por desgracia, quedamos atónitos ante el sonido de una uña pasando por una pizarra. En realidad, todos podemos diferenciar entre algunos sonidos que no solamente nos dan escalofríos, sino pueden causarnos incluso cierto dolor físico. Curiosamente, todos ellos suelen compartir una característica crucial: son agudos y chillones.

Sonidos buenos, sonidos malos...
Desde luego, existen sonidos generalmente considerados como poco agradables: lo mismo se puede decir sobre los malos olores y sabores feos. Nuestra reacción a ellos tiene que ver con la percepción, que, a su vez, depende del mismo órgano que determina nuestras reacciones a cualquier otra sensación: el cerebro. Los sonidos que tachamos de desagradables son los más extremos; por un lado, chillidos, por otro, crujidos. El problema puede agravarse por culpa de la intensidad con la que podemos oir los ruidos que tanto nos fastidian.

Es cuestión personal: mientras algunas personas consideran ciertos sonidos completamente insoportables, otras son capaces de aguantarlos, aunque no les gusten. Otros muchos, para variar, opinan que es posible hacerse inmune a ellos, aunque la ciencia demuestra que solamente es un mito. Si, por ejemplo, un obrero ya no siente molestias al escuchar las máquinas funcionar durante horas, es muy probable que sea por culpa de un trauma acústico crónico, y no la fuerza de su organismo. Los audioprotesistas no terminan ahí.

En opinión de los especialistas, todo depende de las propiedades físicas de cada uno de los seres humanos. 
Como indican los científicos, los más fastidiosos para nosotros son los sonidos con el timbre parecido al de la voz humana. Esto ocurre porque nuestros oídos son formados de una manera perfecta para fortalecer nuestro habla y, al mismo tiempo, intensificar las demás sensaciones auditivas. 

Los indagadores de la Universidad de Newcastle fueron capaces de averiguar los sonidos más y los menos agradables para el oído humano. Al segundo grupo se suman: un cuchillo pasando por una botella de vidrio, un tenedor pasando por una superficie de cristal, ruido causado por una tiza apretada contra la pizarra mientras escribir, uñas pasando por la pizarra, grito de mujer, ruido de una amoladora o perforadora eléctrica, frenazos, llanto de bebé, cacofonía. Otro cuento suponen los aplausos, risa infantil, truenos y el murmullo del agua.

Tiene que ver con la cultura
De acuerdo con los estudios científicos, el más fastidioso de todos es, sin embargo, el ruido causado por los coches (lo considera como tal un 55% de personas), motores (39%) y el bullicio de la ciudad (13%). Sin embargo, cabe destacar que estos resultados pueden depender también de las cuestiones culturales: si bien los mongolos odian los aullidos del viento, y los japoneses, rayos, truenos y tormentas, las naciones eslavas (polacos, checos y rusos) consideran placentero el canto de los pájaros y... el croar de las ranas.

Después de la vista, el oído es nuestro segundo sentido más importante. Responde por la recepción de un 7% de la información y así puede impactar nuestro estado de ánimo e incluso comportamientos. Es por eso que a veces, tras pasar un día entero en la oficina, nuestras cabezas parecen estar a punto de estallar por culpa de los constantes sonidos de teléfonos, gritos y órdenes recibidas a lo largo de la jornada.

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