Hay momentos que se guardan en nuestra memoria para siempre aunque solamente duren un instante. Segundos de los que no queremos el final y que nos cortan la respiración. Has vivido alguno de estos momentos mágicos? En los que un segundo se convierte en un para siempre.
Sabemos que el “para siempre” no existe, es una ilusión, al igual que nosotros, todo lo que hay a nuestro alrededor es efímero. Paradójicamente, un instante puede convertirse en algo eterno para nosotros. Esto es algo que está más allá de las leyes físicas, son momentos trascendentales y metafísicos.
Incluso una persona escéptica ha podido vivenciar estos momentos que son inexplicables. Esto sucede de forma muy habitual en el enamoramiento, ya que es propio del entusiasmo, la pasión y la ilusión. Son instantes que recordamos para siempre, en nuestro repertorio sentimental y emocional. Por muchos años que pasen podemos rememorar ese instante, con esa persona, en cualquier momento.
Un para siempre está formado de instantes que han logrado acariciar nuestra alma.
Estos instantes que permanecen eternos en nuestra huella emocional y sentimental, son los que dan mayor sentido a nuestras vidas.
Recuerdas uno de esos instantes? Con todo detalle podrás volver a la escena: lo que sentiste, una mirada, un roce, un beso, el corazón desbocado, un sonido, una imagen. Un instante mágico captado por todos tus sentidos.
Volvemos a nuestros quehaceres, rutina, altibajos, responsabilidades, hábitos, prisas, decisiones y sin embargo, nada de esto es capaz de borrar esos momentos que han marcado nuestras vidas, que tenemos grabados en nuestras retinas. Permanecen intactos, imperturbables a cualquier nueva situación.
De eso está hecha la vida, de instantes, y es por eso por lo que es tan importante vivir el ahora sin perdernos en las preocupaciones que ocupan un gran espacio en nuestra mente. Ser conscientes de esto nos puede ayudar a quitar importancia a los asuntos que nos atormentan y darle un mayor valor a los pequeños detalles que engrandecen nuestra experiencia.
Qué persona no ha hecho una promesa?, quién puede decir que no utilizó un para siempre?
Y es que existen circunstancias especiales por las que todos pasamos, en las que la razón no tiene cabida. Prometemos amor, cuidado, atención, que siempre diremos la verdad, que siempre seremos fieles y siempre seremos felices. Nos perdemos en las palabras, sin pensar en la fuerza que tienen y las ilusiones que alimentan.
Todas estas palabras y frases acaban por perder valor y significado, ya que finalmente se impone la experiencia y las decepciones se van acumulando una a una en lo más profundo de nuestro desván interno. Nos vemos sometidos muchas veces a la presión de las circunstancias, dándonos cuenta de que lo que prometimos, o nos prometieron en una ocasión, ya no tiene sentido en el momento actual.
Si buscamos la seguridad en las promesas, acabaremos por toparnos con la realidad del desengaño. Aferrarse a un para siempre es como ponerse una venda en los ojos para no querer ver la realidad, negando y rechazando así nuestra naturaleza.
Estos mensajes tienen su sentido específico en el momento en el que se dicen, y es preciso comprender que somos seres efímeros, al igual que nuestras conductas y todo lo que contemplamos y gira en torno a nosotros.
Somos los responsables, los protagonistas y constructores, de cada uno de nuestros instantes más felices. Se vuelve sagrado todo aquello que permanece en nuestros recuerdos como instantes únicos e irrepetibles. Los lugares por los que pasamos, sensaciones que experimentamos, el sentimiento real de que todo aquello sería un para siempre…
Cuando rememoramos todos nuestros momentos de amor desde la soledad, existe una plena satisfacción y convicción de que mereció la pena. Los engaños, la frustración, el rencor, la desilusión es algo que pasa, se olvida, se diluye con la comprensión y con nuevas esperanzas.
Cuando nuestra energía va fluyendo desde el presente, siendo plenamente conscientes de este instante, y no nos atascamos en el pasado, estamos preparados para revivir nuevas experiencias llenas de instantes mágicos. Listos para incorporar en el repertorio de lo que realmente tuvo sentido en nuestra existencia.
Momentos, personas, situaciones, lugares. Los instantes mágicos habitan en nuestra experiencia, en nuestras decisiones y actitud. Cobra un significado especial y único todo aquello que tiene el potencial de cambiar nuestro mundo interno. Para ello es imprescindible estar receptivo a dichos cambios.
lamenteesmaravillosa
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