Aunque ahora se le conoce al bullying como las diferentes formas de acoso que puede sufrir una persona, que abarca la violencia física, sexual y hasta cibernética, en este artículo nos centraremos en la forma más frecuente de acoso escolar: el bullying verbal.
Insultos, calificativos denigrantes, chismes o rumores, bromas pesadas, exclusión, apodos hirientes, amenazas, risas y burlas; estas y otras formas hacen al acoso escolar verbal indistintamente de si es un hecho puntual y asilado o reiterado.
Para ayudar a un hijo a defenderse del bullying, es necesario comprender lo que motiva a los agresores escolares a comportarse así.
De acuerdo al psicólogo Izzy Kalman, el bullying es una cuestión de dominación y poder. En una nota publicada en Psychology Today, Kalman describe a la persona que hace bullying como alguien que se siente poderoso al ver enojada a la persona a la que molesta. Es como un círculo vicioso, en la medida que un niño consiga incomodar a otro niño y este lo demuestre, volverá a meterse con él.
Es importante que sepas que los golpes, las manipulaciones o amenazas, así como el acoso sexual, social y cibernético no deben ser mal interpretados como un juego escolar o asunto de niños. Si algo así pasa corresponde denunciar el caso a las autoridades.
El psicólogo Kalman explica en una publicación titulada Cómo lograr que dejen de burlarse de ti sin ni siquiera esforzarte, que el bullying verbal se puede evitar cuando la víctima deja de actuar como víctima, o como decían las abuelas "el valiente vive hasta que el cobarde quiere". No se trata de culpar a un hijo de hacer algo para que lo agredan, por el contrario, se trata de que tome conciencia de que la forma en que responde al bullying puede estar alimentando al agresor. Si tu hijo lo comprende y le haces ver que no hay nada de malo en él, dejará de sentir el miedo que el agresor disfruta y le hace sentirse poderoso.
El que se enoja pierde
Al que se burla le gusta ver a tu hijo enojarse, ese enojo lo alimenta, por eso, tu hijo tiene que aprender a no tomarlo personal. Recuérdale que lo que le diga el otro no es verdad y que no necesita demostrárselo, con que él lo sepa basta.
Si tu hijo a veces reacciona con calma y otras pierde los estribos, sus agresores sabrán cómo presionarlo para lograr su cometido. Por eso, sea lo que sea, que no demuestre su enojo. Pídele a tu hijo que haga oídos sordos y explícale que si logra controlar el impulso de contestar enfadado, tendrá fuerzas suficientes para no involucrarse en una discusión innecesaria. Con el tiempo sus agresores se aburrirán de no tener una respuesta y dejarán de molestar.
Supongamos que alguien quiere molestar a tu hijo con un chisme, invento o rumor sobre su familia. Si tu hijo intenta desmentir el rumor solo generará que lo sigan molestando, en cambio, si le da por su lado a quien le agrede, la cosa termina ahí, el agresor ya no tiene nada más qué decir. El "puedes creer lo que quieras" deja a la otra persona con la responsabilidad de sus pensamientos a cuestas.
En conclusión, si el agresor no consigue incomodar o molestar a la otra persona, el bullying pierde efecto y el agresor se aburre y se retira.
vix
0 comentarios:
Publicar un comentario