Se hizo famosa con sus cuadros hechos con el programa de dibujo Paint.
Disney le encargó el afiche de “Mary Poppins”.
Concha García Zaera lo advierte: “todo esto me tiene un poco sorprendida”. Pero al tiempo no puede evitar lanzar risas cómplices por la fama que, sin pretenderlo, viene consiguiendo. Porque a sus 88 años, esta española, madre y abuela, recibió el encargo de Disney para realizar el afiche, para las redes sociales y con el programa Paint, de la nueva versión cinematográfica del clásico Mary Poppins que se reestrenará en las grandes salas de cine.
Animales con full color, paisajes naturales, flores, y una deliciosa arquitectura pueblan sus creaciones. "Artista del Paint", se hace llamar, yendo contra el prejuicio de que la gente de su edad es reacia a incorporar herramientas tecnológicas.
“Yo pensé que todo era una confusión”, cuenta Concha, que recuerda cuando una de sus nietas, la que le gestiona las redes sociales, le informó de que Disney quería hacerle un pedido. “La verdad es que nunca pensé que algo así me podía suceder, y más con una empresa tan importante como esa y con personaje tan entrañable en el cine como el de Mary Poppins”.
Las conversación entre los responsables de la compañía y la abuela valenciana fue sobre ruedas. “No me pusieron muchas condiciones ni plazos cortos, me dieron tiempo, casi un mes, sólo querían que elaborara un dibujo con Paint de la protagonista, y cuando lo tuve se lo mandé”.
Todo comenzó hace dos años. Concha era una artista aficionada a pintar en óleo. Desde su jubilación tomó cursos de pintura. Ella era, no obstante, una mujer que había mantenido una relación con el mundo de la imagen. A los 15 años entró a trabajar en un laboratorio de fotografía, donde luego conoció al que sería su marido.
Con los años, la pareja decidió independizarse con un estudio propio de fotografía. “Hacíamos de todo, y nos fue muy bien”. Suficiente para crear una vida plena en pareja, una familia y alcanzar una buena jubilación.
La pintura la llenaba mucho, reconoce. Además, le permitía relacionarse con gente y acompañar la jubilación de una actividad creativa. Pero un suceso la obligó a dejar el óleo: su marido sufrió un ictus. “Entonces decidí quedarme en casa para cuidarlo”. En ese contexto, Concha reconoce que pasaba “muchas horas muertas en casa, sin mucho que hacer”.
Sus hijas decidieron comprarle una computadora personal. “Inicialmente la usaba para llevar las cuentas de la casa, la agenda de los médicos y cosas así; y también para escribir mis memorias; siempre me gustó escribir”.
Un día, casi por casualidad, descubrió el programa Paint y comenzó a “jugar”. Al principio dibujaba escenas sencillas, de paisajes que buscaba en revistas. “La verdad es que me lo tomaba con calma; un día ponía una cosa, otro día otra, me lo tomaba como algo que me hacía muy feliz, pero sin ambiciones”.
Una de sus nietas decidió abrirle una cuenta de Instagram, y Concha dejó de ser una abuela anónima para convertirse en un fenómeno viral. Su cuenta en esta red social, con casi 200.000 seguidores, lo confirma.
La Vanguardia
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