En el mundo de la música, pocos procesos son más tediosos que la grabación en estudio: es un proceso lento y agotador, en el que los músicos deben pasar largas horas grabando una misma toma una y otra vez, hasta dar con el resultado deseado.
Pero, así como puede ser engorroso, encerrarse en el estudio a grabar es una de las experiencias más fascinantes a las que un músico puede exponerse: es el espacio creativo por excelencia, en el que todas las herramientas tecnológicas se despliegan con posibilidades casi infinitas, y con la capacidad de trabajar en forma aislada cada proceso. Todas esas pequeñas imperfecciones propias de la música en vivo (errores de ejecución, ruidos, fallas en el sonido) pueden ser eliminadas o evitadas durante la grabación de estudio. Es música trabajada desde su estado prístino.
Por supuesto, aunque hay un sinnúmero de convenciones técnicas sobre el procedimiento de grabar en el estudio (como que la batería se graba antes que el bajo y la guitarra, por ejemplo), lo cierto es que es una disciplina en la que no hay reglas. De ahí que ciertos productores y artistas, motivados por la intuición (o la excentricidad), hayan creado canciones notables gracias a técnicas poco convencionales. Hoy te contaremos de cuatro de ellas.
The Beach Boys: incendio en el estudio
El éxito comercial de la banda The Beach Boys puede ser explicado, en gran parte, por la genialidad creativa de su líder, Brian Wilson. Aunque su carrera se vio truncada por su personalidad excéntrica y su comportamiento errático, tendiente a los excesos, Wilson es considerado a día de hoy como uno de los más grandes compositores de música popular de todos los tiempos.
Estas excentricidades, por supuesto, llegaron también a sus técnicas creativas. Durante los años ’60, por ejemplo, Wilson creía que estar en la playa le ayudaba a componer, así que instaló en su casa una enorme caja de arena alrededor de su piano, para poder meter los pies en ella mientras componía. Así no necesitaría viajar a la playa para crear.
Lamentablemente, la idea no prosperó. Sus mascotas creyeron que la caja era suya, y empezaron a hacer caca junto al piano.
Pero, por lejos, el más genial (y desquiciado) de sus planes fue durante la grabación de su ambicioso álbum Smile. Inspirado por la integridad musical y conceptual del Rubber Soulsde The Beatles, Brian Wilson se autoimpuso el desafío de crear el mejor álbum de todos los tiempos.
Una de las características del álbum Smile, estuvo en la forma en que Wilson abordó los conceptos: cada tópico del álbum estaba trabajado en forma física, de modo que era un disco muy concreto en su contenido.
Así, por ejemplo, para la canción Fire ("Fuego"), Wilson no encontró nada mejor que conseguirse cascos de bomberos y prenderle fuego a tarros de basura en el estudio, para que los músicos de sesión pudieran oler el humo y empaparse de la caótica energía de las llamas.
El resultado lo puedes escuchar aquí.
Lamentablemente, debido a diversos factores logísticos y legales, sumados a los problemas de depresión, paranoia y consumo de drogas por los que Wilson estaba pasando entonces, el disco quedó inconcluso para siempre. Sin embargo, la excéntrica genialidad detrás de Fire y otras canciones, han permanecido durante décadas en la memoria colectiva.
Bob Dylan: si la canción habla de drogas, habrá que grabar drogados
Es sabido que Bob Dylan no es un fanático de la perfección. Por el contrario, su música siempre se ha caracterizado por su onda espontánea y sincera. Hay quienes no logran disfrutar de esto y creen que su nivel musical es pobre, pero a Dylan eso poco y nada le importa. No es ese el tipo de interés que busca satisfacer con su música.
Su canción Rainy day women 12 & 35, es un buen ejemplo de esto. Con su sonoridad de folk rock y su progresión de blues, la canción apuntaba a sonar como un himno cantado en grupo. Por ello, fue grabada con todos los músicos juntos en el estudio, como si estuvieran tocando en vivo.
Grabada en Nashville en marzo de 1966, Rainy day women 12 & 35 fue ampliamente cuestionada (e incluso prohibida en algunas radios) tras su lanzamiento, por sus supuestas alusiones al consumo de marihuana. El coro “everybody must get stoned” (“todos deben volarse”), sumado a que al multiplicar los números del título da como resultado 420 (el número de la cultura cannábica), hicieron creer que se trataba de una apología al consumo de drogas.
Según cuenta su biógrafo Howard Sounes en el libro Down the Highway: The Life of Bob Dylan, Dylan insistió en que los músicos que habían contratado debían estar “puestos” para grabar. Para lograrlo, consiguieron una alta cantidad de cócteles en un bar cercano, además de una abundante dosis de cannabis. Luego, estando ya “volachos”, los músicos recibieron la instrucción de intercambiarse sus instrumentos y dar vueltas en el estudio mientras tocaban. Así, el bajista tocó trompeta, el tecladista tocó pandero, el guitarrista tocó órgano… Y mientras esto ocurría, todos cantaron, batieron palmas y rieron dando vueltas por la sala de grabación.
Reportes posteriores han negado esta historia, y el mismo Dylan ha descartado que la canción hable de marihuana. Según han aclarado, el uso de la palabra "stoned" no hace referencia a estar volado, sino al castigo público de ser apedreado. De ahí, por ejemplo, la frase "They'll stone you when you're tryin' to keep your seat" ("te apedrearán cuando intentes conservar tu asiento"), sería una referencia al Movimiento por los Derechos Civiles de la población afroamericana, en específico a cuando Rosa Parks se negó a dar su asiento a un pasajero blanco.
De todos modos, las referencias a conceptos cannábicos siguen siendo abundantes en la canción, y probablemente las aclaraciones de Bob Dylan responden más a un intento de evadir la censura que al verdadero sentido de la letra.
John Lennon: "si vas a dispararme, hazlo, pero no me dejes sordo"
Entre 1973 y 1974, el otrora genio creativo de The Beatles pasó una temporada de 18 meses separado de su amor y compañera creativa, Yoko Ono. Para entonces, Lennon se encontraba en una situación compleja: tras una demanda por supuesto plagio en su canción Come Together, se resolvió que debería grabar tres canciones de artistas del conglomerado Big Seven e incluirlas en su siguiente álbum.
Alejado temporalmente de su faceta más experimental, y aprovechando el movimiento de nostalgia que estaba reviviendo a la cultura del rock and roll cincuentero, John Lennon se puso a preparar un nuevo álbum, compuesto exclusivamente por covers de canciones famosas de los ’50 y ’60.
Para entonces, el productor Phil Spector era ya una vaca sagrada en la industria musical. Hacía no mucho había saltado a la fama internacional gracias al desarrollo de una nueva técnica de producción, consistente en superponer varias capas de sonido para crear una masa densa y potente, a la que terminó bautizando como Wall of sound (muralla de sonido).
El problema vino cuando Spector comenzó a mostrar su lado más excéntrico. Llegaba tarde a las sesiones de grabación y aparecía en el estudio con estrafalarias teñidas: trajes de cirujano, kimonos de karate, pelucas... Y siempre, siempre, con una pistola en su cinturón.
La fascinación de Phil Spector por las armas era una excentricidad frecuente en su quehacer, y no era inusual que las desenfundara o las usara para amenazar a los músicos en el estudio.
Una noche, en la sala de control, Spector quiso jugar una “broma” pesada y disparó su arma a centímetros del oído de Lennon. El ex beatle, enfurecido, le respondió gritándole "Phil, si vas a matarme, mátame. Pero no me cagues los oídos. Los necesito".
Esta sería solo una de las idas y venidas de una relación marcada por la genialidad y los desencuentros de dos de las más grandes mentes que la música haya dado jamás.
Tras la grabación del disco, Spector se escapó con los masters y cobró al sello un “rescate” de más de US$90.000 dólares de la época, por devolver las cintas. El sello, por supuesto, los pagó… Y de ahí salió el famoso álbum Rock ‘n’ roll, publicado por John Lennon en 1975.
Actualmente, Phil Spector cumple una condena en prisión por el asesinato de la actriz Lana Clarkson en 2003.
The Libertines: "si no sacamos este disco pronto, moriremos"
La banda británica The Libertines es considerada una de las más importantes en el movimiento musical que revitalizó el garaje rock y el post-punk durante los primeros años de la década pasada. Con una impronta rebelde y constantes disputas entre sus integrantes, fueron la banda ideal para inyectar algo de caos al rock de los 2000.
Tras el éxito cosechado con sus dos primeros álbumes, y con una separación entremedio, la banda tardó más de doce años en lanzar su esperado tercer disco. Sería recién en 2015 que su nuevo álbum, Anthems for Doomed Youth, vería la luz.
En vista de lo larga que fue la espera, los chicos de Londres se decidieron a apresurar el proceso, y prepararon la grabación del disco en una exótica locación. Empacaron camas y petacas y partieron a Tailandia para grabar en la remota localidad de Bang Saray. El estudio, Karma Sound, fue montado sobre un enorme nido de serpientes.
Según contaría posteriormente uno de los líderes de la banda, Carl Barât, el lugar no contaba con antídotos para veneno, ni tampoco tenía hospitales cerca. Si los mordía una serpiente, morirían. Por lo mismo, la banda estaba obligada a trabajar rápido. Por cada día que pasaba, el riesgo aumentaba.
Por otra parte, el hecho de estar juntos en una localidad remota, donde estaban obligados a convivir y compartir tiempo juntos, fortaleció los lazos entre compañeros y potenció el trabajo que estaban llevando a cabo.
“No podríamos haber hecho esto en Londres, o Inglaterra, o incluso en Europa. Todos habríamos tenido alguna razón para salir. Esto fue lo más rápido que hemos trabajado jamás, y más involucrados que nunca”, diría Barât al respecto.
Su bajista, John Hassall, declaró al respecto que “pasar tanto tiempo juntos nos hizo sentir como una verdadera banda otra vez. Vernos todos los días se siente como los viejos tiempos.”
El resultado fue más que exitoso: Anthems for Doomed Youth fue bastante bien recibido por la crítica y por los fans. Medios como Pitchfork, The Guardian y Mojo, coincidieron en que la banda superó las expectativas y volvió con todo a recuperar su estatus.
Así que, ya sabes: si necesitas algo de presión para trabajar, prueba rodeándote de animales venenosos.
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