Cuando los jóvenes dejan de "aparecer" por las redes sociales puede ser una señal de depresión.
"En qué estás pensando?". Así saluda Facebook diariamente a sus 1.700 millones de usuarios activos.
Se trata, además, de una interrogante que incontables psiquiatras, psicólogos y asesores formulan a sus clientes al comienzo de una sesión, y una pregunta que le hacemos a un amigo o a un familiar que parece preocupado.
Nuestra actividad en las redes sociales puede suministrar información extraordinariamente reveladora -muchas veces accidentalmente- sobre nuestra salud mental.
No es de extrañar que los profesionales encargados de cuidarla estén ahora explorando cómo pueden aprovechar esas señales para tomar el "pulso emocional" de individuos, comunidades e incluso de especies enteras.
Un estudio de 555 usuarios de Facebook en EE.UU. encontró que las personas extrovertidas tenían más probabilidades de publicar cosas sobre sus actividades sociales y cotidianas, y de forma más frecuente.
Las personas con una baja autoestima tendían a hacer más publicaciones sobre su pareja romántica, mientras que los individuos neuróticos acudían a Facebook buscando validación y atención.
Y quienes tenían tendencias narcisistas usaban sus actualizaciones de estado para presumir de sus logros o elogiar sus dietas y sus rutinas de ejercicios.
Otro estudio sugirió que quienes publican muchos selfies son, generalmente, más narcisistas y de tendencias psicopáticas, mientras que quienes retocan digitalmente mucho sus fotos pueden, en realidad, tener una baja autoestima.
Cualquiera que haya escrito una airada diatriba en Facebook o publicado un desolador mensaje en Twitter en la madrugada sabrá que hay una forma de autoterapia integrada a nuestro uso de las redes sociales.
Pero, será que gritar a un vacío amplifica nuestros problemas en vez de ayudarnos?
Eso es lo que, aparentemente, piensa el Centro de Salud Mental y Género de México, que lanzó una campaña advirtiéndole a los ciudadanos que compartir sus aflicciones en Facebook no es una alternativa barata a tener una terapia psicológica adecuada.
Sin embargo, el "vacío" está escuchando y puede ayudar.
Hay investigadores que estudian cómo las actualizaciones de estados o publicaciones en Twitter pueden ser rastreadas en busca de señales de alarma en caso, por ejemplo, de riesgo de suicidio.
Las redes sociales son un espacio inevitable, que forma parte de la cotidianidad de muchos.
Para tal fin, el Instituto "Black Dog" de Australia recientemente condujo un estudio utilizando un programa de computación que monitoreó dos meses de mensajes en Twitter que incluían ciertas frases o términos.
Los investigadores y un programa de software luego clasificaron los mensajes que suscitaban más preocupación.
Tanto los codificadores humanos y el software llegaron a un alto nivel de acuerdo, lo que abre la posibilidad de desarrollar programas que pueden identificar llamadas de auxilio e incluso alertas a familiares y médicos.
Algunas comunidades en internet también están reconociendo el significado de advertencias relacionadas con suicidios en las publicaciones y organizando sus propias redes de apoyo.
El sitio "Reddit's Suicide Watch" fue configurado para ofrecer un medio para que la comunidad respondiera y diese apoyo a los miembros en riesgo.
Aunque el campo de batalla de las comunidades en internet inevitablemente genera troles en estas situaciones, muchas de las respuestas muestran un verdadero deseo de ayudar a otros seres humanos que están sufriendo.
Por otro lado, una falta de contacto en redes sociales también puede indicar problemas de salud mental.
Un estudio está utilizando una aplicación, habilitada por Bluetooth, para mapear los patrones de conectividad social de los jóvenes y detectar cuando están interactuando menos con sus amigos o retirándose de esas redes, algo que muchas veces es una señal de depresión.
Es frecuente que las comunidades y naciones, como la humanidad en un todo, pasen por altibajos juntas.
El Instituto "Black Dog" y la agencia científica australiana CSIRO unieron esfuerzos para tomar el pulso emocional de todo el planeta con su iniciativa "We Feel".
Al monitorear a Twitter buscando una amplia gama de términos emocionales, escogieron una muestra aleatoria del 1% de mensajes públicos en la red y analizaron un promedio 19.000 de tuits por minuto para calcular cómo se siente la comunidad de esta red social en un determinado momento.
El sitio "We Feel" monitorea los "sentimientos" en Twitter en el mundo entero.
El resultado es un mapa que muestra los porcentajes relativos de distintos estados emocionales -sorpresa, alegría, amor, tristeza, ira, miedo- en distintas partes del mundo.
Y ese mapa revela cómo esos estados emocionales oscilan en respuesta a acontecimientos nacionales y globales.
El "Proyecto Hedonómetro" también recurre al flujo de Twitter para medir la felicidad relativa de distintos idiomas, incluyendo el inglés, el español, el francés, el árabe y el indonesio.
Utilizando textos de Twitter, periódicos, Google Libros e incluso títulos de películas, identificó las 10.000 palabras más frecuentemente usadas en cada idioma.
Posteriormente, hablantes nativos evaluaron cada palabra en una escala positiva-negativa.
El análisis reveló que, en general, todos tienen una tendencia hacia la positividad y la felicidad, aunque el español y el portugués parecieron ser idiomas especialmente optimistas en comparación con el resto.
El equipo está ahora usando ese mismo enfoque para analizar la felicidad promedio de Twitter y mostrar el impacto de acontecimientos como los debates presidenciales estadounidenses (una caída en la felicidad), el divorcio de Brad Pitt y Angelina Jolie (otra caída) y la legalización de matrimonios del mismo sexo (aumento en la felicidad).
Y también están usando ese modelo para observar cómo la felicidad se correlaciona con otros factores, tales como estatus socioeconómico, geografía y demografía en EE.UU.
Así que la próxima vez que navegues en las redes sociales tómate un momento para reflexionar que, cuando lees y compartes algo, revelas mucho más de lo que parece sobre lo que ocurre dentro de nuestras cabezas.
BBC Future
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