lunes, 18 de febrero de 2019

Lo que descubres de la personalidad de los demás en un segundo

Posted By: CLAUDIA CORIN - febrero 18, 2019

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Cuando conocemos a alguien, inmediatamente hacemos una valoración sobre cómo es y qué sentimientos despierta en nosotros. Si no tenemos ninguna referencia de esta persona solemos dejarnos llevar por nuestras primeras impresiones, en general, basadas en prejuicios y experiencias pasadas. Un gesto o frase que nos recuerde a un antiguo conocido pueden ser suficientes para hacernos decidir al instante si alguien nos parece una buena persona o un ser detestable. 

“Lo primero que hace el cerebro es procesar toda la información que tiene sobre esa persona y tomar la mayor cantidad de accesos posibles para saber más”, explica la psicóloga Heidi Grant Halvorson en Forbes, quien comenta que esta actitud es definida por los expertos con el término de avaros cognitivos.

No cierres la puerta a la posibilidad de que tu primera impresión fuese errónea

Como se suele decir, ‘la belleza está en los ojos del que mira’, pero lo que no se tiene en cuenta es que el espectador amolda la realidad –bella o no– a lo que él mismo quiere ver. Es muy complicado impedir que nuestras ideas preconcebidas y suposiciones sean las que decidan, casi de manera inconsciente, por nosotros mismos, “pero si queremos ver el mundo y a la gente como es realmente, tenemos que superar estos prejuicios”, insiste Halvorson.

Existen dos estrategias sencillas para tratar de ver a las personas con mejor precisión sin tomar decisiones precipitadas. Ponlas en práctica la próxima vez que te presenten a alguien y descubre cómo es su verdadera personalidad sin dejarte llevar por juicios de valor que pueden ser erróneos. 

Segundas oportunidades: cuestiónate tus suposiciones

Parece que aquello de que ‘nunca tendrás una segunda oportunidad para causar una primera impresión’ es algo que la mayoría de nosotros tenemos bien aprendido. En los seres humanos se da el fenómeno conocido como ‘efecto primario’, que se basa en una visión muy sesgada de las personas cuando las que conocemos. 

El problema es que “una vez nos formamos una impresión sobre alguien, nuestros cerebros son muy reacios a cambiarla”, explica Halvorson. Si el día que nos lo presentan hace cualquier cosa que nos resulte desagradable, apaga y vámonos. Aunque días después notes que tiene algún tipo de gesto simpático como prestarte algo o ayudarte en tu trabajo, casi nunca pensarás “vaya, parece que me había equivocado y es una persona simpática”. Por lo general, no te bajarás de la burra y te convencerás de que sólo lo está haciendo porque quiere algo de ti.

El espectador amolda la realidad –bella o no– a lo que él mismo quiere ver

Encontramos la manera de interpretar el comportamiento de una persona según cómo creemos que es y tendemos a dar la espalda a la idea de que tenga una forma de ser diferente. “No cierres la puerta a la posibilidad de que tu primera impresión fuese errónea. Si lo haces de manera deliberada y consciente, a partir de ese momento observarás la realidad siendo mucho más abierto de mente y con la capacidad de revisar tus percepciones de la gente”, recomienda la psicóloga.

Cuidado con el ego: no te creas mejor que nadie

En ocasiones, cuando conocemos a una persona –alguien que se incorpora alguien a tu grupo de amigos de toda la vida o aparece un nuevo compañero de trabajo–, psicológicamente nos sentimos más fuertes y seguros que el recién llegado, y, en consecuencia, le tratamos como si fuese inferior.

Si nos creemos superiores, es más probable que nuestro cerebro se deje llevar por los estereotipos negativos para asumir las personalidades y comportamientos de los recién llegados o de los desconocidos. “Los poderosos tienen una tendencia a esforzarse menos en intentar entender a los que consideran menos poderosos”, explica Halvorson.

Lo primero que hace el cerebro es procesar toda la información que tiene sobre esa persona y tomar la mayor cantidad de accesos posibles para saber más

Se observa a menudo en los líderes y empresarios, que hay cosas de las que simplemente se mantienen ausentes y tienden a tener una visión superficial de la gente que trabaja para ellos”, ejemplifica la experta, quien opina que “los líderes deberían hacer un esfuerzo extra para tratar de conocer a sus trabajadores y tener una comprensión más profunda de lo que verdaderamente son”.

Pero ser un creído y un soberbio nunca es una buena idea. Empatiza y sé capaz de ponerte en su lugar. Olvídate del karma, pero ten presente que nunca sabes cuándo te podrás encontrar en su misma situación.

elconfidencial


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