Estamos estresadas y buscamos consuelo en los dulces, la nicotina, la cafeína... que sobrecargan el hígado. Un ayuno inteligente y sensato, diseñado por un médico especialista, puede ser una alternativa detox y una forma de recuperar el equilibrio cuerpo/ mente.
El ayuno da vacaciones al hígado y eso tiene consecuencias positivas en todo el organismo.
Durante 21 días
En un estudio con ratones de laboratorio, el dr. Longo, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California, comprobó que "de dos a cinco días de ayuno al mes ya reducen los biomarcadores de diabetes, cáncer y enfermedad cardiovascular en los animales". Estudios posteriores realizados con humanos han obtenido los mismos resultados. "Esos efectos pueden deberse a que el ayuno reduce los niveles de insulina y de otra hormona llamada factor de crecimiento insulínico 1, que se relaciona con cánceres y diabetes”, explica Longo. Cuando tienes niveles bajos de esas hormonas, el cuerpo entra en una especie de standby: el desarrollo celular se frena, el envejecimiento se ralentiza y disminuye el riesgo de enfermedades degenerativas.
En el cerebro
“El ayuno obliga al organismo a utilizar grasa en vez de glucosa para obtener energía”, explica el dr. David Ludwig, profesor de la Escuela de Salud Pública de Harvard. “En ese proceso, las grasas se convierten en cetonas, en un estado se conoce como cetosis. La cetosis se alcanza también con dietas muy pobres en hidratos de carbono y tiene efectos en el cerebro.
Tanto, que se utiliza para tratar la epilepsia refractaria (que no responde a los fármacos), sobre todo en niños. Si evita ataques epilépticos, tiene que ser buena para el cerebro en otros aspectos. De momento, ya ayuda a mejorar síntomas de Alzheimer y Parkinson”.
La idea de que el ayuno mejora la salud ya la tenían Hipócrates y Platón. Ahora, muchos científicos creen que ayunar periódicamente es una pauta inscripta en nuestros genes.
La explicación? Durante miles de años, nuestros antepasados comían en épocas de abundancia y ayunaban cuando se les acababa la comida. Por eso evolucionamos con hígados y músculos capaces de almacenar hidratos de carbono y con un tejido graso que acumula energía para vivir durante semanas.
La dieta 5:2 permite comer cinco días a la semana y limitar la ingesta a 500 calorías en los dos restantes. Con este ayuno se pierde peso al tiempo que se mejora los niveles de azúcar, los de inflamación y la salud cardiovascular, pero según un estudio del Centro de Investigación Pennington de Los Ángeles. Según los expertos, esta dieta puede convertirse en pauta regular hasta alcanzar un peso saludable y practicarse luego sólo un día por semana.
Otra "versión" es consumir todas las calorías del día en un espacio de tiempo de entre seis y ocho horas, y ayunar las restantes. Este es el método que sigue el dr. Mark P. Mattson, del Instituto Nacional del Envejecimiento (EE.UU.), que lleva 35 años sin desayunar y consume todas las calorías del día en un periodo de seis horas, a partir del mediodía. Este método puede reducir el riesgo de cáncer.
Un tercer tipo es el de días alternos, en el que comes normalmente un día y al siguiente no pasas de las 500 calorías. Según la Universidad de Illinois, quienes siguen este tipo de ayuno durante 10 semanas pierden una media de seis kilos y reducen sus niveles de colesterol.
Estos tipos de ayuno intermitente aumentan hasta cinco veces los niveles de hormona de crecimiento humano, que ayuda a quemar grasa. Pero, para conservar sus buenos efectos sobre nuestro peso y prevenir el efecto yo-yo, hay que resistir la tentación de seguir tomando muy pocas calorías los días de no ayuno e ingerir una dieta suficiente y rica en frutas, verduras, pescados, huevos, carnes blancas, cereales integrales... Y lo mejor de todo, es que ayunar no es sinónimo de pasar hambre. "De hecho, el ayuno reduce el apetito al cabo de unos días", señala Françoise Wilhelmi de Toledo.
El ayuno es como el ejercicio físico, que genera estrés e inflamación en un primer momento, pero luego te fortalece y te protege frente a las enfermedades y presiones de la vida.
Quién no debe hacerlo
Si tienes bajo peso (un IMC menor de 18,5), eres un adolescente, posees un historial de trastornos de la alimentación, padeces TOC (trastorno obsesivo compulsivo) o deficiencias alimentarias, el ayuno es peligroso para ti. Tampoco debes hacerlo (y aún menos si el ayuno reduce las calorías de forma drástica durante varios días) si tienes episodios de ausencia de regla, problemas de infertilidad o si sigues tratamientos para enfermedades crónicas (en esos casos, debes consultar al médico).
Hay investigaciones que indican que el ayuno durante el embarazo y la lactancia puede afectar al desarrollo del bebé. En esos casos, hay que priorizar una dieta rica en fibra, proteína de calidad (huevos, carnes magras, pescados…) y aceite de oliva virgen extra.
mujerhoy
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