Muchos de nosotros nos hemos visto expuestos en ocasiones sea cara a cara, o a través de redes sociales a la crítica ligera de personas que forman parte de nuestra vida, o de personas que creen conocernos y se atreven a hacer afirmaciones que al final sólo causan dolor.
Criticar es fácil, solo hay que darle rienda suelta a las visiones parciales, a nuestras ideas, muchas veces sin revisar o sin cuestionar a fondo si conocemos la historia desde adentro, o si estamos en capacidad de aportar con nuestra critica algo bueno, la critica es para crecer, pero creo que hoy confundimos la sana critica con expresiones cargadas de ofensas, descalificaciones y expresiones que terminan por afectar a otros.
Antes de hablar de otro ser humano pregúntese:
Usted conoce su historia?
Usted conoce su corazón?
Usted conoce las razones por las cuales eso que usted critica se esta dando?
Usted sabe por que la persona que usted critico dijo o hizo aquello por lo que usted hoy habla con tanta ligereza, y con un falso sentido de propiedad?
Hablar con ligereza muchas veces es un reflejo de la imprudencia, de una visión personal sobre un hecho o una situación de la vida de una persona
Qué aporta con esto?
Sale algo bueno de sus palabras?
La pregunta clave es porque usted se siente en el derecho de opinar, lastimar o agredir a partir de lo que usted piensa, no se trata de limitar nuestra expresión, todos tenemos derecho a esto, pero creo que tiene más sentido cuando esta orientado a contribuir al crecimiento de una persona que al solo hecho de hablar por hablar.
Tenemos que tener mucho cuidado porque cuando abrimos la boca las palabras no retornan y a veces las heridas quedan.
Si vamos a hablar es para construir, proponer, ayudar, sugerir, acompañar a otra persona que está en una situación complicada a crecer o sanarse, pero si sus palabras no causan paz y armonía,
Es tan importante que las diga?
Usted realmente cree que está contribuyendo?
Para meditarlo no?
Fuente: Dr. Rafael Ramos A
besame
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