Tienes ese pendiente que llevas días postergando, o quizás esa resolución de año nuevo que dejaste por muerta a la semana y media, o esa meta que te pusiste pero no has tomado suficiente acción para lograrla.
Es un comportamiento muy común y del cual consciente o inconscientemente todos hemos sido culpables en algún momento, y es que usualmente es mucho más fácil engañarte y decirte a ti mismo que hiciste tu mayor esfuerzo que realmente hacer lo que te propones.
Pero, si eres una persona que en algún punto de su vida ha decidido hacer cambios para mejorar su calidad de vida, por qué poner excusas?.
Qué es lo que te lleva a aceptar tu situación actual en vez de esforzarte para lograr lo que realmente quieres?
Posiblemente existan varias razones:
1. Protección.
Puede sonar descabellado, pero la primera persona que quiere evitar que logres tener éxito, eres tú.
Para tu mente las metas y ambiciones que puedas tener no representan el camino a la felicidad, sino más bien son una amenaza al estado de comodidad y seguridad en el que te encuentras.
La razón #1 por la cual ponemos excusas es precisamente para justificar nuestro estado, para mantenernos en esa zona de confort, libre de estrés, ansiedad y el riesgo de fracasar en el intento de salir adelante.
2. Inercia.
Somos criaturas de hábitos.
Este factor puede afectarte más sobre todo en edades adultas, y es que cada acción que tomamos nos afecta incluso a nivel neurológico.
Imagina tu cerebro como un mega complejo de carreteras de información.
Cada acción nueva crea una carretera a través de la cual se transmite esa información, y mientras más tráfico mandas hacia ella más crece y más se refuerza.
Es mucho más fácil para tu cerebro transmitir información por esa supercarretera de 16 carriles que llevas años construyendo, con iluminación de primer mundo y semáforos tecnología de punta, que intentar pasar por ese caminito de tierra que representa tu nuevo esfuerzo de hacer una dieta, empezar a hacer ejercicio, levantarte más temprano, o cualquier otra cosa que estés empezando.
3. Miedo.
Este mal puede tener varias caras o disfrazarse de muchas formas, pero a fin de cuentas es el mismo.
Puedes tener miedo al fracaso, al éxito, al cambio, a la incertidumbre, y cada uno de estos puede tener en sí sus propias razones de ser.
El miedo no es del todo malo. A nuestros antepasados les servía el miedo para mantenerse seguros en ambientes donde un ruido extraño podría significar que un animal enorme saliera de entre los arbustos para comerte.
Hoy en día el miedo es algo que vive en nuestra mente, y que más que mantenerte seguro te paraliza y te mantiene en ese estado de comodidad.
3 técnicas que si las sigues te ayudarán a tomar acción en vez de estar justificando tu falta de ella:
1. Mindfulness.
Esta es una técnica que literalmente significa conciencia o un estado de atención.
La mayoría de la gente opera en modo automático. Esto es sin estar conscientes de los pensamientos que pasan por su mente en cada momento y las acciones a los que los llevan. De la misma forma, puedo asegurarte de que gran parte de las excusas que te dices a ti mismo son hechas en un estado de inconsciencia, o subconscientemente.
Simplemente es imposible que intentes cambiar algo de lo cual no te has dado cuenta.
Para hacer esto, necesitas estar en un estado de observación que te permita ser consciente de cuando tu mente está intentando engañarte, y el Mindfulness puede ayudarte.
Sin embargo, cualquier tipo de meditación puede ayudarte a estar más consciente de la corriente de pensamientos automáticos en la cual la mayoría de las personas estamos todo el tiempo.
2. Toma responsabilidad.
Si ya estás siendo consciente de tus excusas, haz esto:
En cuanto te des cuenta que estás inventándote algún rollo mental para dejar de hacer lo que deberías estar haciendo, detente y escribe la excusa que te está diciendo tu mente.
Te vas a dar cuenta que existen dos tipos de excusas:
Las que están dentro de tu control, y las que no.
Sí la razón por la cual no estás tomando acción simplemente no la puedes controlar, es muy posible que sea algo real que está afectando tu capacidad de tomar acción. Sin embargo vas a ver que son menos de un 5% de las excusas que te dice tu mente.
El otro 95% sí puedes controlarlo, y pueden ser pensamientos como:
“No tengo tiempo”.
“No tengo dinero”.
“No tengo ganas”.
“Estoy muy cansado”.
“No me siento capáz”.
Ahora, quizá pienses que alguno de estos no estén bajo tu control, y si ese es el caso, pregúntate si realmente no existe nada en tu poder para cambiar ese pensamiento.
Puedes apartar una hora de tu día para hacer eso que según tú no tienes tiempo de hacer?
Puedes salir y pedir prestado el dinero o encontrar la forma de generar un extra?
Puedes encontrar la forma de motivarte para seguir tomando acción?
Puedes encontrar la manera de tener más energía durante el día?
Puedes educarte y aprender herramientas que te den la capacidad para hacer lo que quieres?
Si respondiste sí (lo cual a menos de que en serio tengas un fuerte problema que no puedas controlar, y que en dado caso pertenece a ese 5%) entonces asume responsabilidad, responde la pregunta y encuentra la forma de resolver esa excusa.
3. Enfócate en tu objetivo.
Esto es algo muy sencillo pero muy común, y es que los objetivos que tenemos son a veces abstractos o están en un futuro lejano, y lo que te lleva a ellos son las acciones pequeñas que necesitas tomar día a día.
Digamos que tu objetivo es bajar 10 kilos en 3 meses. Para hacer esto necesitas comer más sano y salir a hacer ejercicio.
Pero qué pasa? Llegó la hora de salir a hacer ejercicio, y tu mente te dice “Esta haciendo mucho frío afuera, mejor me quedo en casa”, o cualquiera que sea la excusa.
El problema es que estás enfocado aquí en la acción que necesitas tomar en ese momento, y es completamente válido, la realidad es que no todo el tiempo vas a estar 100% motivado para tomar esa pequeña acción.
Pero qué pasa si cambias tu foco de atención en ese momento?
Y aquí, dándote cuenta que estás poniendo una excusa (que en el momento parece totalmente válida), necesitas hacer un cambio de atención y preguntarte:
Quiero lograr mi objetivo?
Todavía es importante para mí bajar el peso que me propuse?
Y aquí tienes que ser totalmente honesto contigo. Si la respuesta fue “no” detente y déjalo ir.
Si tu objetivo ya no es importante, definitivamente no tiene caso que sigas tomando acción ya que podrías enfocarte en cosas que sí sean realmente importantes para ti.
Pero si tu respuesta fue “sí”, entonces necesitas seguir preguntándote:
Esta acción me lleva hacia mi objetivo?
Y claro, si respondiste sí 2 veces, esto es, tu objetivo sigue siendo importante para ti, y la acción que necesitas tomar en ese momento te lleva hacia allá, entonces hazlo. Verás que si haces este proceso consciente será más difícil para ti justificar tu falta de acción, o lograrás encontrar alguna acción alternativa que siga estando alineada con tu objetivo.
Así que aquí lo tienes, 3 técnicas que si las practicas verás que te darán resultados enormes, te encontrarás a ti mismo tomando acción más seguido y poniendo menos excusas que detengan tu crecimiento.
urzua.mx
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