Te acuerdas de cuándo eras pequeño y pasabas horas con los libros de colorear?
De la acción de pintar sobre un dibujo en blanco y negro para darle vida?
Posiblemente la respuesta sea no. Fíjate en un niño pintando, y verás la tranquilidad y paz que respira.
Es muy posible que asocies el arte de colorear con la infancia, pero es más que eso, es un ejercicio terapéutico. Más allá del ámbito clínico, la relevancia de esta moda de colorear ha hecho que empiecen a publicarse excelentes libros orientados a adultos cuya finalidad es el antiestrés.
Colorear es guiar nuestra mente por universos de fantasía, de sencillez, en la cual poder desconectar de los problemas diarios y disfrutar de un acto tan simple como es pintar unos dibujos complejos.
Hay autores que representan ya una tendencia en este arte como Johanna Basford, dos de sus libros, “El jardín secreto” y “El bosque encantado” han conseguido fascinar ya desde 2015 a millones de adultos.
El ejercicio de colorear busca un público que desee disfrutar del dibujo y la pintura. Establece una conexión interna, donde conectamos directamente con nuestro niño interior, la mente se queda en un segundo plano, pues detiene ese constante diálogo interno pensando en el pasado y futuro, y pasamos a centrarnos únicamente en el aquí y el ahora.
No es necesario tener un libro de dibujos para adultos para colorear, uno mismo puede crear sus propios dibujos y sus mandalas (es un término sánscrito que significa “Centro, circulo, anillo mágico” estos son utilizados desde tiempos remotos, de origen en la India, los cuales se propagaron a occidente gracias al psiquiatra Carl Gustav Jung, este afirmaba que los mandalas eran la representación de la mente del consciente al inconsciente).
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