jueves, 19 de julio de 2018

Grandes impostores de todos los tiempos

Posted By: CLAUDIA CORIN - julio 19, 2018

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La tendencia a suplantar a otras personas, inventarse una identidad falsa o pretender poseer conocimientos o cualidades que no son reales es tan antigua como el mundo. Tanto las crónicas históricas como la ficción están llenas de impostores. A menudo, estos intentan conseguir ventajas financieras o sociales a través de su impostura. Así, han sido muy comunes en la Historia los falsarios que se hicieron pasar por pretendientes al trono: numerosos hombres afirmaron ser el heredero real que desapareció durante la Revolución Francesa, y hubo casos tan notables como el de Perkin Warbeck en Inglaterra o el de Anna Anderson, la falsa gran duquesa Anastasia.

Frente a estos atrevidos impostores que simulan ser una persona que ya existe –posibilidad que hoy día es cada vez más difícil que "cuele", dada la inmediatez de los medios de comunicación y las redes sociales–, otros adquieren simplemente una nueva personalidad falseando para ello su biografía, estatus financiero, formación, estado civil e incluso, en algunos casos, su identidad de género. Bastantes mujeres se disfrazaron de hombres para trabajar en oficios exclusivos de aquellos o huir de las asfixiantes restricciones sociales que les eran impuestas. 

Algunas son muy famosas y han quedado en los registros historiográficos, como Catalina de Erauso, la Monja Alférez, pero también hubo numerosos ejemplos de mujeres anónimas que participaron en las Guerras Napoleónicas o la Guerra de Secesión de Estados Unidos.

Asimismo, ha habido gente que ha hecho falsos alegatos sobre su pasado para obtener prestigio y reconocimiento, como el "superviviente del Holocausto" Enric Marco y otras supuestas víctimas de guerras, atentados y catástrofes. Se dice, por ejemplo, que si cada persona que afirmó haber estado a bordo del Titanic en su trágico viaje hubiese estado allí realmente, el barco se habría hundido por exceso de peso antes de zarpar del puerto de Southampton el 10 de abril de 1912. Otros impostores fueron simples delincuentes que mantuvieron una fachada durante un tiempo para engañar a sus víctimas, tal como hicieron los estafadores Wilhelm Voigt, Victor Lustig o Cassie Chadwick o la delirante Princesa Caraboo, Mary Baker en la vida real. Como vemos, hay todo tipo de motivaciones y estilos detrás de esta lista de mentirosos.

PERKIN WARBECK (1474-1499)
Probablemente nacido en Tournai (Bélgica), afirmó ser Ricardo de Shrewsbury, duque de York, heredero al trono de Inglaterra y uno de los dos famosos "Príncipes de la Torre" (en el cuadro). Se llamó así a los hijos de Eduardo IV a los que Ricardo Plantagenet –luego coronado como Ricardo III– encerró en la Torre de Londres para hacerse con el poder. Los niños desaparecieron sin dejar rastro y hoy se cree que fueron asesinados, pero en 1490, cuando no se sabía qué había sido de ellos, Warbeck irrumpió en escena reclamando el trono inglés. Contó con un ejército de partidarios que pusieron en jaque al rey Enrique VII, pero finalmente fue apresado y ejecutado.

ARNAUD DU TILH (1524-1560)
El suyo es uno de los casos históricos más famosos de suplantación de identidad: dio lugar a una novela de Alejandro Dumas y a una película de 1982 con Gérard Depardieu (en la foto). Martin Guerre, un campesino francés casado y con un hijo, desapareció en 1548 tras ser acusado de un robo. En 1556, un hombre parecidísimo a él regresó al pueblo de Guerre y fue acogido con entusiasmo por su mujer y toda la comunidad. Sin embargo, tras tres años de investigación, el suspicaz tío de Martin, Pierre Guerre, averiguó que su sobrino había ido a luchar en Flandes, donde perdió una pierna en la batalla de San Quintín, y que su suplantador se llamaba Arnaud du Tilh y era natural de un pueblo vecino. Fue juzgado y ahorcado.

CATALINA DE ERAUSO (1592-1650)
Militar, religiosa y escritora, la Monja Alférez es uno de los personajes más legendarios del Siglo de Oro español. De familia vasca acomodada e hija de un importante capitán del ejército de Felipe III, por su carácter indómito y explosivo fue internada en un convento, del que escapó cortándose el cabello y disfrazándose de hombre a los 15 años. Fue el inicio de sus míticas peripecias –no se sabe cuántas son ciertas y cuántas apócrifas– en el ejército y en América, siempre fingiendo ser un varón y bajo distintas personalidades falsas (Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán, Antonio de Erauso). Protagonizó muchas hazañas bélicas, escribió su autobiografía y fue finalmente reconocida por Felipe IV y por el papa Urbano VIII, que le permitió seguir llevando indumentaria masculina ya con su identidad real.

GEORGE PSALMANAZAR (1679-1763)
A comienzos del siglo XVIII, un misterioso extranjero fascinó a la alta sociedad londinense con sus relatos de sacrificios humanos y canibalismo. Decía llamarse George Psalmanazar y ser nativo de la lejana isla de Formosa (hoy Taiwán). Su historia, llena de aventuras y que plasmaría en un libro publicado en 1704, era pura fantasía: había nacido en el sur de Francia, seguramente en Languedoc o Provenza, aunque poco más se sabe de su verdadera identidad. Durante años muchos le creyeron, aunque finalmente se descubrió la impostura y Psalmanazar pasó sus últimos años dedicado a la teología y a escribir unas memorias en las que revelaba sus falsedades.

CHARLES DE BEAUMONT (1728-1810)  (imagen ilustrativa de la nota)
También conocido como Caballero d'Éon o Mademoiselle de Beaumont, fue un enigmático espía, diplomático y militar francés al servicio de Luis XV, cuya identidad sexual fue objeto de innumerables especulaciones. Pasó los primeros 49 años de su vida como hombre y los últimos 33 como mujer, y se dijo que era hermafrodita. Sin embargo, a su muerte, ya después de la Revolución Francesa, los médicos que examinaron su cadáver certificaron que era varón. Hoy día, más que un "impostor" se le considera una de las primeras personalidades transgénero conocidas.

MARY BAKER (1791-1864)
El 3 de abril de 1817, apareció en la pequeña villa de Almondsbury (Bristol, Inglaterra) una joven ataviada con un turbante y extrañas ropas y hablando un idioma incomprensible. Con la complicidad de un pescador portugués, convenció a todos de que era la Princesa Caraboo de una isla de la Polinesia, que había sido capturada por unos piratas y se había lanzado al mar para huir. En realidad era una inglesa de Devon que buscaba hacer fortuna, pero pronto fue descubierta y emigró a Estados Unidos.

WILHELM VOIGT (1849-1922)
Ha pasado a la Historia como el Capitán de Köpenick. Era realmente un modesto zapatero de Rixdorf (Berlín) que, tras probar suerte con diversos hurtos y estafas, se hizo con un uniforme viejo en una tienda de ropa de segunda mano, ocupó –con unos soldados a los que reclutó por el camino– el ayuntamiento de Köpenick, desfalcó todo el dinero municipal y regresó a Berlín como si nada. Pocos días después fue descubierto, detenido, juzgado y condenado a cuatro años de cárcel, pero el káiser Guillermo II se vio forzado a indultarlo debido a la presión popular a su favor.

CASSIE CHADWICK (1857-1907)
Esta canadiense, cuyo nombre de pila era Elizabeth Bigley, empezó su carrera como falsificadora e impostora a los 13 años. Más adelante, haciéndose pasar por una rica aristócrata, siguió estafando a tiendas y bancos con cheques sin fondos. Adoptó diversas personalidades (la vidente Marie Rosa, la madame de burdel Cassie L. Hoover) y, tras casarse con el médico Leroy Chadwick, dio su gran golpe: dijo ser la hija del magnate Andrew Carnegie y desvalijó a numerosos banqueros. Acabó sus días en la cárcel (foto de su ficha policial, propiedad de Librería Virtual del Oberlin College, Ohio).

VICTOR LUSTIG (1890-1947)
El rey de los impostores es conocido como "el hombre que vendió la Torre Eiffel" (en la foto, vista nocturna), ya que de sus numerosos timos fue éste el más espectacular. Lustig, un mentiroso compulsivo que se había inventado orígenes aristocráticos para medrar, se hizo pasar por un alto funcionario del Ministerio de Correos y Telégrafos de Francia y engañó a los cinco chatarreros más ricos de París: les dijo que el icónico monumento se iba a desmontar y vender como chatarra y les sacó cuantiosas sumas como soborno para darles la exclusiva del desguace.

ANNA ANDERSON (1896-1984)
La más conocida de varias impostoras que afirmaron ser la gran duquesa Anastasia de Rusia (en la foto, la verdadera Anastasia Románov con dos de sus hermanas) se llamaba en verdad Franziska Schanzkowska, como se supo más tarde. Esta polaca, que había pasado por un hospital psiquiátrico tras intentar suicidarse, capitalizó el misterio en torno a la suerte final de la familia del zar –hoy se sabe que fueron todos fusilados por los bolcheviques en 1918– y tuvo muchos partidarios en su pretensión sobre el título nobiliario. Ingrid Bergman le dio vida en una oscarizada película de 1956.

FERDINAND DEMARA (1921-1982)
No puede faltar en una lista de embaucadores el hombre cuya historia se llevó al cine con el título de El gran impostor (1961). No es para menos: el estadounidense Demara, tras pasar por una orden monacal, fue sucesivamente y con falsas identidades militar, marino, psicólogo, cirujano –llegó a operar a pacientes–, director de una penitenciaría, etc. También fingió su suicidio y escapó varias veces de la cárcel. En su madurez, recuperó su verdadero nombre y se hizo famoso gracias a la película mencionada.

ENRIC MARCO (1921)
Este sindicalista español, que llegó a ser secretario general de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), se labró un enorme prestigio como supuesto superviviente del campo de concentración nazi de Mauthausen (en la foto, el día de la liberación del campo). Tanto fue así, que durante años presidió la Amicale de Mauthausen, una asociación francesa de víctimas del Holocausto. En 2005 se destapó que todo era una invención. Javier Cercas noveló su peripecia en El impostor (2014).

ALAN CONWAY (1934-1998)
Su caso de suplantación es uno de los más pintorescos. Este inglés, que trabajaba en una agencia de viajes, se hizo pasar en numerosas ocasiones por el director de cine Stanley Kubrick, con el que no guardaba el menor parecido físico. Pero dado que el excéntrico Kubrick (en la foto, su cámara en una exposición) era un recluso que rara vez aparecía en público y del que muchos desconocían su aspecto, la impostura coló con críticos y fans. El propio cineasta, cuando supo de su existencia, quedó fascinado.

FRANK ABAGNALE JR. (1948)
Digno "sucesor" de Demara, sus peripecias también dieron lugar a un exitoso film de Hollywood: Atrápame si puedes (2002, Steven Spielberg), con Leonardo DiCaprio en el personaje. En los años sesenta del siglo XX, este falsificador e impostor en serie, apenas un adolescente, emitió cheques falsos en 26 países por valor de 2,5 millones de dólares, pilotó aviones sin ser piloto, llevó pleitos sin ser abogado y también "interpretó" a un pediatra y un agente secreto. El FBI le dio caza al fin y hoy, irónicamente, colabora con el gobierno de EE UU en la lucha contra el fraude.

THAMSANQA JANTJIE (1979)
Este impostor sudafricano saltó a la fama mundial cuando, el 10 de diciembre de 2013 y durante los funerales de Nelson Mandela, se hizo pasar por intérprete de lenguaje de signos y "tradujo" los discursos de varios mandatarios internacionales ante las cámaras de televisión del planeta entero, sin tener ni idea. Lógicamente, los telespectadores sordos descubrieron la impostura en el acto y la denunciaron. En su descargo, él dijo padecer esquizofrenia, aunque otros afirman que es un farsante de larga trayectoria.

muyhistoria.es

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