martes, 25 de septiembre de 2018

Apasionada historia de amor de Simón Bolívar y Manuela Sáenz

Posted By: CLAUDIA CORIN - septiembre 25, 2018

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Amantes de la libertad y comprometidos totalmente con la lucha por la independencia, fueron conquistados por la pasión de un amor clandestino. Un amor por correspondencia con encuentros fortuitos endulzó la vida de dos de las figuras más importantes de Suramérica.

Manuela Sáenz estaba enamorada de la independencia, de las revoluciones y del pensamiento de Bolívar, sin conocerlo en persona defendía sus ideales como si fueran de ella y luchaba incansablemente por formar parte del proceso independentista.

Un 16 de junio de 1822, Bolívar llegó a Quito y el universo conspiró para que sucediera el primer encuentro. Manuela en su diario lo describe así:

“Cuando se acercaba al paso de nuestro balcón, tomé la corona de rosas y ramitas de laureles para que cayera frente al caballo de Simón, pero con tal suerte que fue a parar con toda la fuerza de la caída justo en el pecho de Simón. Me ruboricé de la vergüenza, pues El Libertador alzó su mirada y me descubrió aún con los brazos estirados, pero me sonrió y me hizo un saludo con el sombrero pavonado que traía a la mano”.

Desde ese encuentro en Quito, fueron amantes. Bolívar había perdido a su esposa en 1803, pero tenía amantes ocasionales, Manuela por su parte estaba involucrada en un matrimonio por conveniencia con un inglés llamado James Thorne desde 1817, pero esto no impidió que viviera una apasionada historia de amor con su ídolo El Libertador.

Me atraen profundamente tus ojos negros y vivaces, que tienen el encantamiento espiritual de las ninfas; me embriaga contemplar tu hermoso cuerpo desnudo y perfumado con las más exóticas esencias y hacerte el amor sobre rudimentarias alfombras".

Un amor apasionado lleno de cartas y poesía

“Mi adorada Manuelita” era el comienzo más frecuente de las cartas de Bolívar, “Suya, Manuela” era el final de las cartas de Sáenz a su verdadero amor.
Los compromisos con la independencia de Bolívar hacían que estuvieran juntos en muchas ocasiones.

 Ambos manejaban los mismos ideales libertadores por lo que además de amantes eran cómplices y socios. Manuela le servía de informadora a Bolívar, estudiaba con cuidado los movimientos de las tropas y en más de una ocasión lo salvó de un atentado, por eso algunos la conocen como “La libertadora del libertador”.

Pese a que Manuela estaba casada, su verdadero amor era Bolívar, en cuerpo y alma, en numerosas ocasiones le recalcó al Libertador que era el único dueño de su corazón y el único que tocaba su cuerpo:

"Le guardo la primavera de mis senos y el envolvente terciopelo de mi cuerpo (que son suyos)", escribió en una de sus cartas.

Su esposo viajaba con frecuencia y estaba totalmente enterado de la relación entre ambos y aceptó voluntariamente su destino, con la condición de no poner fin al matrimonio, de resto no se involucraba con los asuntos privados de Manuela.

Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos daría hasta mi último aliento, para entregarme toda a usted con mi amor entero. Saciarnos y amarnos en un beso suyo y mío, sin horarios".
Manuela Sáenz a Simón Bolívar

Si bien Bolívar le expresaba su amor por medio de poéticas cartas, parecía no ser suficiente para Manuela. Además de sus labores como político, El Libertador tenía millones de conquistas en todos los pueblos y esto atormentaba enormemente a Manuela.

"Ha partido con usted mi única esperanza de felicidad. ¿Por qué entonces le he permitido escurrirse de mis brazos como agua que se esfuma entre los dedos?" (...) "Encuentro que satisfaciendo mis caprichos se inundan mis sentidos, pero no logro saciarme, no hay nada que se compare con el ímpetu de su amor", escribió Sáenz en una carta del 14 de abril de 1825.

A lo que Bolívar respondía:

"Manuela bella, Manuela mía, hoy mismo dejo todo y voy cual centella que traspasa el universo, a encontrarme con la más dulce y tierna mujercita que colma mis pasiones con el ansia infinita de gozarte aquí y ahora, sin que importen las distancias. Espérame y hazlo ataviada con ese velo azul y transparente, igual que la ninfa que cautiva al argonauta".

El amor de Manuela Sáenz y Simón Bolívar sobrevivió en el tiempo gracias a la fuerza de sus sentimientos y a la pureza de sus emociones, expresadas en cartas que se mantuvieron con el paso de los años, para ser testigos de un amor en tiempos de guerra.

culturizando.com


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