Aún te falta una hora para la reunión, así que decides aprovecharla. Sin embargo, esa hora vuela y cuando finalmente acudes a la reunión, te das cuenta de que no pudiste adelantar mucho. Nos pasa a todos. Y ahora un estudio realizado en la Universidad Estatal de Ohio nos explica por qué no somos capaces de aprovechar al máximo el tiempo que tenemos disponible antes de nuestra próxima cita.
En una serie de experimentos realizados tanto en el laboratorio como en la vida real, los psicólogos descubrieron que el tiempo libre nos parece más corto cuando tenemos otra tarea planificada en nuestra agenda.
En uno de los experimentos participaron 198 personas. A la mitad les pidieron que imaginaran que un amigo iba a visitarlas dentro de una hora y que debían estar listos para esa visita. A la otra mitad les dijeron que imaginaran que no tendrían ningún plan durante toda la tarde.
Luego les pidieron que estimaran objetivamente cuántos minutos podrían pasar leyendo durante la próxima hora. La media fue de 50 minutos, lo cual revela que, aunque dispongamos de una hora entera, siempre restamos un poco de tiempo, por si acaso.
Sin embargo, lo más interesante ocurrió cuando les preguntaron cuántos minutos sentían que podían leer, una pregunta que incluía la variable subjetiva. Entonces las personas que esperaban a un amigo decían que solo podrían leer unos 40 minutos.
Esta vez, los psicólogos pidieron a los participantes que proporcionaran sus horarios reales para el día siguiente. Debían indicar cuándo comenzarían cada tarea programada en su agenda y cuánto tiempo necesitarían antes de cada reunión.
Luego les ofrecieron la oportunidad de participar en un estudio de 30 o 45 minutos ese mismo día. Por participar en el estudio de 45 minutos les pagarían el doble, por lo que era una alternativa mucho más interesante.
Sin embargo, había truco. En algunos casos, los psicólogos programaron ese estudio una hora antes de la próxima reunión en la agenda de las personas. ¿Qué pasó?
A pesar de que tenían tiempo de sobra para terminar el estudio de 45 minutos, las personas que tenían una reunión pendiente en la próxima hora solían elegir el estudio de 30 minutos.
Esto indica que nos gusta tener un buen margen de tiempo, a veces mucho más del necesario, lo cual suele traducirse en una merma de nuestra productividad. Obviamente, se trata de un problema meramente psicológico, como comprobaron posteriormente los investigadores.
Recordar la tarea pendiente nos agobia y acorta aún más la percepción del tiempo
En otro experimento, estos psicólogos reclutaron a 158 estudiantes universitarios y les dijeron que tendrían que esperar 5 minutos antes de comenzar la próxima prueba. A algunos les dijeron que “tenían aproximadamente cinco minutos antes de comenzar” y a otros que “tenían aproximadamente cinco minutos para hacer lo que quisieran”, sin recordarles la prueba pendiente.
Los distintos enfoques marcaron una diferencia importante en la productividad. Las personas a las que no se les recordó la tarea pendiente fueron mucho más productivas. Realizaron una media de 2,38 tareas, en comparación con las 1,86 tareas que desarrollaron las personas a quienes se les recordó la próxima prueba.
Esto significa que cuando en nuestra mente se activa una tarea pendiente, sentimos que no podemos hacer muchas cosas en el tiempo que tenemos a nuestra disposición. El simple hecho de tener esa preocupación rondando por la mente nos hace pensar que tenemos menos tiempo, nos agobia y hace que no aprovechemos bien el tiempo.
Eso explica por qué, cuando tenemos una jornada cargada de reuniones, no somos productivos. Simplemente pensamos que, si tenemos una reunión dentro de dos horas, no podemos trabajar en ningún proyecto importante, por lo que perdemos más tiempo en tareas que no son productivas.
Cómo solucionarlo?
1. Recuerda el tiempo que realmente tienes disponible y pregúntate si de verdad necesitas esos 10 o 20 minutos adicionales para prepararte. Es probable que se trate de un truco de tu mente agobiada por lo que aún debes hacer.
2. Intenta juntar todas las reuniones o tareas, de manera que puedas tener un periodo de tiempo ininterrumpido más largo para realizar las actividades más importantes de tu agenda.
3. Recordar las tareas pendientes genera más agobio y estrés que terminar la propia tarea. Por eso, lo ideal es que actives una alarma y te olvides de la próxima reunión hasta que esta suene. Así liberarás tu mente, trabajarás más relajado y serás mucho más productivo.
rinconpsicologia
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