Pasamos muchas horas en el trabajo, por lo que es normal que al final establezcamos una serie de vínculos, más o menos profundos, con algunos de nuestros compañeros.
La cantidad de tiempo, los momentos agradables de ambiente distendido, las horas de duro trabajo en equipo y las dificultades superadas en común siempre son unos avales más que destacados para estrechar relación con algunas personas de la oficina y sentir que han podido alcanzar un punto de confianza mutua similar al de algunos familiares o amigos de toda la vida.
Sin embargo, algunas licencias, de esas que en ocasiones nos tomamos con nuestros círculos de confianza, no deben tolerarse nunca en el entorno laboral. Aunque llegue un punto en el que haya una gran complicidad con los compañeros, hemos de recordar que siempre debe primar lo laboral, por encima de cualquier apreciación personal, con o sin malicia, que antes o después pueda jugarnos una mala pasada.
Estos son los cinco temas de conversación que hemos de evitar a toda costa cuando nos encontramos en el trabajo.
1. Comentarios negativos sobre la empresa
Prácticamente todos pasamos por días en los que creemos que tenemos el peor trabajo del mundo o algún compañero por el que no sentimos otra cosa más allá de la animadversión, pero reconocerlo abiertamente no es la mejor idea. Al airearlo no se pone solución a ningún de los dos problemas. En cambio, cualquier descuido o filtración interesada puede tener consecuencias funestas para nuestra carrera o puesto de trabajo. Lo mejor es contenerse, respirar hondo y tratar de canalizar tal pesadumbre hacia algún pensamiento positivo. Nunca es recomendable tener malos rollos en la oficina.
2. Opinar sobre asuntos espinosos
Dialogar sobre un conflicto o aspecto delicado en el trabajo puede ser una buena idea para encontrar un punto en común o una mejor solución, pero siempre evitando la discusión o confrontación frontal. Más cuidado hay que tener, si cabe, con temas comprometidos y ajenos al trabajo, como la política o la religión, pues nunca sabes qué reacción pueden tener los jefes o el resto de compañeros. “No compartas aquellas cosas que no te gustaría que supiera tu madre, tu jefe o tu sacerdote”.
3. Hablar de su salud
Nos guste o no, en el trabajo, al igual que en el resto de ámbitos, los prejuicios existen. Lógicamente, no pasa nada si se estornuda un par de veces y se comenta que se tiene algo de alergia. El problema viene con problemas más graves por los que hemos podido pasar en algún momento de nuestra vida, pues es una información que no tiene por qué interesar a nadie y puede afectar negativamente a nuestra imagen personal y a nuestro futuro laboral en la empresa. Ante todo, la mejor decisión pasa por la discreción.
4. Relaciones y problemas personales
Todos tenemos una vida más allá del trabajo, lo cual no significa que tengamos que compartirla a los cuatro vientos. Hay algunos detalles personales que antes o después se conocerán, porque en todos las trabajos hay algún cotilla, pero siempre tiene que haber un punto intermedio, en el que ni se trate de esconder toda nuestra vida privada, ni que esta se convierta en un tema de conversación público. Seguro que conocemos algún caso cercano, en el que un compañero o conocido ha sufrido algún trato discriminatorio, solo y exclusivamente, por algún aspecto de su ámbito íntimo.
5. No hablar del dinero que se tiene
Es inevitable que algún compañero, como puede ser el caso de los encargados de recursos humanos, sepa los ingresos que reciben los trabajadores. Esto no quita que el nivel adquisitivo, más allá del sueldo que uno tenga o deje de tener, sea algo privado. El aspecto monetario siempre es un imán que atrae suspicacias y recelo, enemigos íntimos del correcto funcionamiento laboral. Nunca se sabe las circunstancias económicas de cada persona pueda vivir.
elconfidencial
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