Es
indiscutida la calidad y reputación que los vinos tintos argentinos gozan a
nivel mundial y es por ello que muchas bodegas concentran recursos en la
elaboración de grandes blancos.
La
gran virtud del vino blanco es su versatilidad, pero además posee una serie de
ventajas que lo hacen único.
Para empezar a conocerlo un poco, el vino blanco no es necesariamente
elaborado con uvas blancas. Se puede desarrollar con cualquier tipo de uva. El
secreto está en no dejar que sus pieles lo tiñan.
Entre sus atributos podemos mencionar que son más ligeros, en general, y ello habilita
su facilidad a la hora de beberlo.
Podríamos decir que es un vino para acompañar pescados o guisos potentes
de ave, sopas y platos que contengan carne poco condimentada.
A
la vez, su maridaje se ajusta muy bien a los quesos tipo brie o muy
tiernos, incluso con ciertos quesos
curados.
Nuestro paladar los recibe muy bien también por ser óptimos para beberse
fríos. Son poseedores de una marcada acidez y ello nos permite un servicio con
un arco de temperatura que va desde los 8° a los 12° centígrados.
El
vino blanco entrega bondades a nuestro corazón. Beber una o dos copas de vino
blanco al día reduce las secuelas que puede dejar un paro cardíaco. También lo
protege del envejecimiento, manteniendo en buenas condiciones sus ventrículos.
Su
consumo moderado a lo largo de una vida, puede mejorar la salud pulmonar y
prevenir la aparición de las enfermedades que afectan el sistema respiratorio.
Al
igual que su par tinto es capaz de prevenir la aparición del cáncer pero el
vino blanco también protege las células e impide el avance de ésta enfermedad,
sobre todo el de mama.
También posee un poder antioxidante similar a la que se encuentra en el
aceite de oliva o el vino tinto.
Las
dietas para adelgazar pueden permitir el consumo de vino blanco. Una dieta en
la que el 10% de las calorías provengan del vino blanco, permite una pérdida de
peso más rápida. A la vez, posee menos calorías que el vino tinto debido a sus
azúcares residuales.
Se
ha comprobado que tres copas de vino blanco a la semana tienen un efecto
protector sobre el cerebro, ya que el ácido fenólico lo protege de enfermedades
neurodegenerativas, como la demencia.
También podríamos decirle adiós a la resaca. Las bebidas alcohólicas
oscuras contienen más congéneres, componentes biológicamente activos que se
cree son responsables de las resacas. El vino blanco tiene muchos menos que el
tinto (y que el ron, el whisky y el coñac).
Pero así como hace dos décadas la industria depositó su confianza en los
tintos de Malbec, al momento no hay cepa o estilo definido para los blancos
argentinos. Si bien para algunos el Torrontés debe ocupar ese espacio, muchos
winemakers prefieren demostrar que en Argentina hay habilidad y terroir para
producir blancos de nivel internacional. Es por esto que las apuestas más
fuertes son por Chardonnay, Semillón, Sauvignon Blanc y blends.
Hoy
la vitivinicultura argentina quiere devolver al vino su lugar de privilegio en
la mesa. La solución es ofrecer vinos fáciles, frescos y ligeros de beber que resulten versátiles a la hora de
acompañarlos con los platos y momentos, y el vino blanco tiene la capacidad de
lograrlo.
Dario Le
Bihan
Sommelier
Comunicador
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