La Batalla de Paraguarí, también conocida como Batalla de Cerro Porteño o, por error ortográfico, Batalla de Paraguay, fue un enfrentamiento militar ocurrido el 19 de enero de 1811, en las cercanías de la localidad de Paraguarí (Paraguay), entre las fuerzas enviadas por la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del señor don Fernando VII, al mando de su representante, el coronel Manuel Belgrano, y las fuerzas de la Provincia del Paraguay al mando de su gobernador, Bernardo de Velasco y Huidobro. A partir del 25 de mayo de 1810, la junta de Buenos Aires intentó mantener los privilegios del "orden colonial en beneficio del bloque comercial porteño. Este intento de "apropiación de poder" que llevó adelante "un sector de la burguesía porteña, que no va a dar muestras de querer compartirlo o distribuirlo entre los otros pueblos", encontró resistencias en el Paraguay, en el Alto Perú, en Córdoba y Montevideo, las que cuestionaron su legitimidad. La provincia del Paraguay manifestó que su posición era reconocer al Consejo de Regencia de España e Indias como representante legítimo de Fernando VII, y mantener "armonía" y "fraternal amistad" con la junta de Buenos Aires "suspendiendo todo reconocimiento de superioridad en ella.
Belgrano salió de San Nicolás el 29 de septiembre de 1810 hacia Santa Fe, cruzó el Paraná y tras reunir sus fuerzas en la Bajada a fines de octubre reinició la marcha arribando a Candelaria a mediados de diciembre. El 19 el ejército inició el cruce del Paraná que se completó el 20 tras la ocupación de Campichuelo.
Belgrano inició su avance desde Itapúa hacia Asunción encontrando a su paso las casas abandonadas, cultivos destruidos y la ausencia de ganado que los lugareños habían arreado hacia el norte o escondido en los montes. Atribuyó esto al miedo que habían propalado los soldados paraguayos que se retiraron de Itapúa y Campichuelo.
Desde el punto de vista militar el "descalabro de Paraguarí"
La utilización de una línea de penetración obvia, permitió a Velasco elegir a Paraguarí con punto defensivo con mucha antelación, lo que se contradecía con el extraño itinerario que Belgrano dio a Rocamora en su larga marcha desde Yapeyú hacia el río Paraná, diseñado para confundir estratégicamente al enemigo.
Un oficial del regimiento de Granaderos de Fernando VII, pero que integraba la división de Rocamora, declaró meses después que había oído de un tercero que "Belgrano había dicho que no quería que se le reuniese Rocamora ni había necesidad". Reforzó esta afirmación mencionando el "mal dirigido itinerario" que le había dado, los auxilios de caballada cansada y maltratada que iba dejando a Rocamora y la negativa de que este comprara caballos en mejor estado.
Al avance, de aproximadamente 90 km, desde el río Tebicuary hasta Paraguarí, con solo el 70% de los hombres y recursos disponibles. Belgrano dejó sobre ese río carretas y 400 soldados; más atrás, sobre el río Tacuarí, su cuartel general con 50 hombres; y a Rocamora, en Itapúa, sobre el Paraná. A la decisión de atacar una posición sin haber hecho previamente un reconocimiento de toda la zona para evaluar el potencial y la disposición del enemigo.
Al avance, de aproximadamente 90 km, desde el río Tebicuary hasta Paraguarí, con solo el 70% de los hombres y recursos disponibles. Belgrano dejó sobre ese río carretas y 400 soldados; más atrás, sobre el río Tacuarí, su cuartel general con 50 hombres; y a Rocamora, en Itapúa, sobre el Paraná. A la decisión de atacar una posición sin haber hecho previamente un reconocimiento de toda la zona para evaluar el potencial y la disposición del enemigo.
Los oficiales Perdriel, José Ramón de Elorga, José Antonio Segovia y Rocamora expusieron que no tenían una idea cierta del número de soldados y cañones del enemigo.
"Solo se advertía al otro lado del monte en la altura de la misma capilla del Paraguarí mucha gente porque se veía desde el campamento [a 6500 metros de distancia] con anteojo".24 Los árboles linderos al arroyo Yukyry también dificultaban la observación desde el cerro Mba'e o desde la llanura que separaba el cerro del pueblo de Paraguarí. La ausencia de desertores o prisioneros impidió que Belgrano pudiera tener datos de inteligencia sobre el enemigo. Uno de los oficiales bajo su mando declaró a posteriori que desconocían las condiciones fijadas por la junta de Buenos Aires para presentar batalla aunque estuvieron de acuerdo en realizarla.
La ubicación del puesto de mando, parte de la artillería (33%), reservas y municiones a 6 km del frente complicó la toma de decisiones y el apoyo inmediato a las fuerzas que atacaban Paraguarí. El general José María Paz atribuyó esta conducta de Belgrano a la doble función de militar y representante de la junta de Buenos Aires lo que implicó dejar en manos de Machain la conducción operativa.
La excesiva subvaluación de la capacidad militar de Velasco y la moral de sus fuerzas, especialmente la estrategia de desgaste, ampliación del teatro de operaciones y líneas logísticas.
La persistente creencia, sin contar con pruebas que lo confirmaran, de que existía un importante partido favorable a la junta de Buenos Aires en el Paraguay. Las únicas personas que salieron a su encuentro desde Quyquyhó fueron la esposa y algunos parientes de su edecán José Espínola y Peña.
El desconocimiento de la idiosincrasia del pueblo paraguayo, su homogeneidad lingüística, cultural, tradición guerrera y el permanente malestar de la clase dominante por las exacciones económicas de Buenos Aires durante la época virreinal.Como parte de esta nueva cultura o ethos guerrero que se expandió con el envío de fuerzas militares por parte de la junta de Buenos Aires se acentuó la llamada "pasión sublime de la gloria". Esta "gloria" requería de visibilidad o estado público a través de un régimen oficial de comunicación. Por esta razón, en la Gaceta del lunes 4 de febrero de 1811, y "para prevenir las equivocaciones que pueden desfigurarlos", se publicó que Belgrano había obtenido un triunfo en Paraguarí.
Sin embargo, al mismo tiempo y en contraposición, diversos rumores provenientes del teatro de operaciones sostuvieron lo contrario. En una carta fechada al día siguiente, Martín de Álzaga le escribió a su yerno Matías de la Cámara: "Nuestro ejército del Paraguay ha sufrido algún perjuicio, se habla mal (sic) de su estado, pero según veo por la gaceta que remito, no ha sido tanto lo que ha sufrido como dicen, en fin, yo dejo a la consideración de vuestra merced..." El mismo Belgrano, a fines de febrero de 1811, tuvo que salir a desmentir esos rumores diciendo que su retirada de Paraguarí fue para no acrecentar las bajas de las fuerzas paraguayas abandonadas por Velasco y los europeos. Agregó además que nadie impidió su retirada debido a la paliza que les había dado en esa batalla.Cuando la guerra se hace contra un enemigo difícil de distinguir porque pertenece a la misma cultura, tradición, religión, etc., la que Belgrano definirá como "guerra civil", la diferenciación debe construirse, en principio, a través del lenguaje, es decir, de la nominación. La violencia que se instaló en todas partes "partiendo" los vínculos de parentesco, amistad, corporación, también se instaló en el lenguaje que fue usado para denigrar al "otro" y dotarlo de diferente identidad social, étnica y política.
Si la junta de Buenos Aires era realista, si declaraba que su causa era la causa del rey, si sus ejércitos eran ejércitos del rey, si su estandarte era el de Fernando VII, entonces sus enemigos no podían ser otra cosa que malos vasallos del rey.
Por esa razón Belgrano nombró a los paraguayos como "insurgentes", "velasquistas", "solo tienen el nombre del Rey en la boca", "esclavos del rebelde Velasco", "malvados y enemigos de esta causa", "canallas limítrofes", "agentes de Napoleón", "facciosos", "rústicos", "salvajes", "inicuos matuchos".
Pero como el gobernador Velasco, al igual que otros intendentes gobernadores, no creía en la fidelidad al rey que proclamaba la junta de Buenos Aires, se refirió a los invasores como "porteños", "insurgentes", "bandidos", "tropas de Buenos Aires", "facinerosos", "cábala [partido] de facciosos", "inicuos", "junta turbulenta", "esclavos de un gobierno arbitrario,
tiránico y despótico", "hijos espurios", etc.
Gentileza María del Pilar Zalazar para TBN
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