Todas estas semanas que se viene hablando del feminismo como del machismo, de la violencia al prójimo, de la violencia de género.
Muchas personalidades de la televisión han opinado y tirado frases desafortunadas.
Posturas extremistas que no suman al trabajo que se viene realizando para darle cambios a las costumbres culturales que vienen de larga data.
Organismos, entidades, instituciones, fundaciones... todas de la mano por el mismo camino y con un objetivo a futuro: la inclusión y la no violencia.
Esto de no dar por sentado las cosas que no se dicen o se escriben es lo mejor que nos puede pasar.
Somos el producto de pasar años criados con una cultura patriarcal y seguro costará dar esos pasos de cambio de postura. De una vez por todas tener en cuenta a todas esas voces que luchan por sus derechos.
Pero siempre bajo el lema de que nadie pierda o salga perjudicado.
No sirven los castigos o venganzas retrospectivas. Son negativas.
Comparto parte de un artículo que habla de la soberbia que desarrolla el machista. Ojo que se puede tomar, cambiando algunos géneros, para la feminista también...
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La soberbia es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás. Llevado al plano de los géneros sexuales, el machismo viene a ser la soberbia del hombre que se cree superior a la mujer.
El machista ve al género femenino como inferior, como posesión, como placer.
No considera los vicios masculinos como negativos sino como reafirmación de su propia cualidad superior masculina.
Creer que lo sabe mejor es el sabelotodo machista. Sin embargo la ciencia nos ha hecho entender que la mujer ve, entiende las cosas de manera distinta que el hombre.
Reflexión:
El hombre fuerte siempre encontrará reafirmación a su fortaleza en muchas cosas que emprenda sobre todo frente a quien es más débil, pero alguna vez encontrará una piedra más dura que él. Lo que nunca encontrará será el descanso hasta que la mujer se lo otorgue, en forma de su perdón, de su arrullo, de su amor.
Como sociedad somos capaces de dar el paso en donde se equilibren nuestros derechos como personas.
Claudia Corin para TBN
Fuente: viajarsinmoverse
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